Resbala la luz blanca sobre tejados y fachadas, columnas si las hubiere. Traduce el lenguaje de la noche de manera simultánea. Unas gotas de lluvia despistadas se colaron en mi caminar mañanero y un tanto caluroso. Mientras mis deportivas gastaban suela a todo correr, pensaba en los días de la semana que se acaba. Cerca muy cerca, el 10 de Octubre, el Día Mundial de la Salud Mental, extrañamente de moda en estos últimos años. De pronto como por arte de magia, surge una mirada preocupante, decidida, analítica y asombrada sobre estos problemas de salud que llevan con nosotros todos los siglos que queramos, pregúntenle a Hipócrates.
Los famosos que padecen un trastorno de este tipo visibilizan estas enfermedades. No sé si es para bien o para mal, porque en estos envoltorios de famoseo hay quienes quieren salir en la foto para promocionar su imagen. Me voy a quedar con Simone Biles, la gimnasta que en plenos Juegos Olímpicos de Tokyo anunció que se retiraba de la competición porque tenía que concentrase en su salud mental. La chica ya venía con problemas serios de TDAH y los abusos sufridos por Larry Nassar, el médico condenado por abusar de un centenar de niñas gimnastas. Luego la lista de conocidos famosos es suma y sigue. Pero yo me pregunto, ¿y los nombres de las personas desconocidas que se lo pasan igual de mal o peor? ¿tienen a su alcance las mismas ayudas psicológicas o psiquiátricas que ellos o ellas? Porque lo que sí conozco es que España lidera el ránking de consumo de antidepresivos y ansiolíticos. Me gustaría que sin números, me explicaran el porqué de esto, porque hay familias y grupos sociales, que discurren perdiendo bienestar en su convivencia.
Me permito aconsejarles una mirada al libro de Rosa Montero “El peligro de estar cuerda” en la que la autora habla de sí misma y de la inestabilidad mental como rasgo de las personas más creativas. Tal vez los días grises adquieran otro color.