La bolsa se precipita y nuestro comercio exterior afloja. Se hace lenta y pesada la recuperación por el estanque de Europa. Y el ébola aparece como minúsculos satélites que quieren invadir nuestro planeta, sin olvidar el daño que ha causado en los países centro africanos. Hablamos del virus, pero apenas se nombran los países que han quedado sitiados, sin tener un solo caso de contagio, porque las fronteras han quedado cerradas a cualquier tipo de comercio. Más hambre, muerte y penurias. Eso no se cuenta, son noticias tan repetidas que a pocos importa. El sensacionalismo va parejo en audiencia con el fraude y los escándalos. Lo normal es anécdota y casi nadie se entera. Hasta la saciedad han repetido los nombres de los tarjeteros de lujo y poca vergüenza. En cambio, hay cuatro nombres que apenas se han divulgado que no han gastado un solo céntimo con la tarjeta.
Plantar caquis
Y en este mundo de disparates en el que estamos obligados a sobrevivir, la realidad es un sálvame cutre. Y un ejemplo que nos dejó boquiabiertos el pasado domingo ante la tele fue la decisión de Juan Cotino presidente de las Cortes de Valencia, entremetido en el Gürtel, visita papal y otras tantas causas judiciales pendientes. Al parecer, harto de hacer de las suyas, más de veinte años en política le ha sobrado tiempo para delinquir, pues quiere rehabilitarse plantando caquis. Y yo me pregunto, si su verdadera pasión era el campo ¿por qué la ha abandonado tantos años? Un presunto granuja menos hubiésemos contabilizado que no es cosa banal. El caquis es una fruta otoñal estupenda, jugosa y rica en azúcares. Anímense políticos a seguir su ejemplo y endulzarnos la vida y las tareas públicas dejarlas para esa minoría que aún cree en la decencia y en la lucha de un mundo más justo e igualitario para todos. Lo mejor, que la enfermera Teresa va recuperándose y España ha conseguido su puesto como miembro no permanente de Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Quién hablaba de que España ofrece boxeo bajo en el panorama internacional?
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