En alguna ocasión yo les contaba acerca de mi incredulidad acerca de la existencia de las medias naranjas. Conversaciones con algunos amigos me llevaron a las siguientes deducciones: he de retomar lo descrito en tal ocasión y explicarlo con algo más de clarividencia. ¡Las medias naranjas existen! Pero…
Si alguna vez se nos ocurriera desplumar una gallina, debemos saber que si al percatarnos del resultado descubrimos que la triste y desvalida imagen que nos va a ofrecer el desnudado animal no nos satisface en medida alguna, intentar recolocarle las plumas es tarea tan imposible como tratar de unir dos medias naranjas.
San Valentín, sacerdote que desafió al emperador romano Claudio II allá por el siglo III, lo hizo por su afán de unir a jóvenes amantes que así le solicitaban sus deseos de contraer matrimonio a pesar de las prohibiciones dictaminadas por el Emperador. Para configurar una pareja es necesario contar cuando menos con dos… «medias naranjas».
Luego las medias naranjas existen, pero no malgastemos nuestro tiempo y nuestros esfuerzos buscando la perfección en el empalme de la nueva y completa naranja una vez ligados a nuestra media naranja. Lo verdaderamente rentable es tratar de coexistir y perdurar en nuestra convivencia a sabiendas de que no somos más que meras medias naranjas.
La flor del almendro está considerada como símbolo de amistad y amor duraderos. Esta temprana y frágil flor es de poca durabilidad. Aún así es fuerte y recurrente, no falta ningún año por San Valentín venciendo inclusive las más duras condiciones climatológicas como las que estamos atravesando en estos días de sequedad y frío. El amor y la convivencia en la cotidianeidad de la pareja es algo tan frágil como la propia flor del almendro. La durabilidad en el tiempo habrá de ser producto de la inteligencia con que las personas que compongan la pareja afronten su día a día.
Tolerancia, respeto, aceptación… han de estar siempre presentes, impregnadas de una muy abundante capa de fresca y rezumante conversación. Todo ello nos valdrá para mantener fresco el corte de las dos medias naranjas. Es evidente que si tratásemos de realizar la unión de las dos medias naranjas y nos encontrásemos el corte a consecuencias del desuso, seco, marchito y decolorado, la unión sería mucho más dificultosa y con pocas posibilidades de ni tan siquiera conseguir una temporal y placentera unión.
Es por todo ello que recomiendo encarecidamente que si a bien han tenido por estas fechas de San Valentín, adentrarle con su pareja a un buen y ejemplar día de celebración, no se les ocurra hablarle del mal llamado deporte rey… que si fuera de juego, que si dentro del área… ¡No por favor! Con toda seguridad será ¡¡¡Penalti…!!! El que le pitará su pareja.
Éntrenle a modo y manera de bufe libre, ahítense de los sabrosos profiteroles que con tanta atención y simpatía les preparó el campechano cocinero. No se queden ahí… previamente deberán haber consumido las suficientes calorías para afrontar el día más fantástico que jamás hubiera podido imaginar su pareja. Para facilitar la digestión comiéncese con un buen plato de ensalada y al terminar elijan una buena manzana roja de «La Chica» Frutas de la Sierra. Camínele un buen rato juntito a ella, manténgale… conversación tan sabrosa como los deglutidos profiteroles y les aseguro que el zumo de las medias naranjas, o de los limones, que más da, desbordará, alegrará y dará larga continuidad y prosperidad al día de San Valentín.