jueves 21 noviembre 2024
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Solemnidad de Todos los Santos

El primer día de noviembre celebra la Iglesia la solemnidad de Todos los Santos, fiesta que nos quiere acercar al recuerdo de nuestros seres queridos. En estos días los cementerios se llenan de recuerdos y oraciones por nuestros seres queridos que allí descansan. Por que cuando nos acercamos a un camposanto y miramos hacia cualquier lado, a mí siempre me aparece una certeza: ¿hemos pensado alguna vez que, detrás de cada lápida de nuestros cementerios lo que hay es una gran historia de amor, una existencia entregada? 

 

Es cierto que en ocasiones conocemos casos de gente que su vida se vio truncada muy pronto, que a causa de la enfermedad, del sufrimiento… su vida no llegó a donde ellos esperaban, o perdieron la esperanza en su caminar. Pero muchos otros, en cambio, llegaron hasta el final. Contentos de haber vivido con ilusión y con fe. De haber engendrado hijos y una nueva sociedad. Corrieron hasta la meta con abundancia de proyectos realizados. Trabajaron por su familia, por su pueblo. Hicieron de su vida una entrega, una oración. Corrieron hacia la meta con el impulso de las bienaventuranzas, el evangelio de este día: Cómo no recordar a todos aquellos que pasaron por la tierra sin “ton ni son”. Nunca se les reconoció sus valores; no eran brillantes porque “eran los pobres de espíritu”. 

Algunos tuvieron fama de sufridos y hoy les recordamos; “qué aguante tenía; qué fortaleza en ésta o en aquella circunstancia que les toco vivir”.

Otros lloraron. Sus lágrimas nos impactaron: “nunca los habíamos visto llorar así”. Desgarros que nos impresionaron a nosotros pero que a ellos les partieron el corazón.

Algunos más se deshicieron por defender la justicia en la familia, el respeto de los hijos, la fidelidad, y hasta pataleaban cuando veían que una vez más vencía la mentira a la verdad, o cuando las caretas de la hipocresía se anteponían a la sinceridad.

Y otros eran limpios de corazón como limpio es este día de santidad de Todos los Santos. ¡Cómo resplandece el cariño y el recuerdo que en este día les tributamos! 

Un recuerdo por aquellos que nunca pensaron mal ni miraron mal a nadie. Son aquellos que siempre supieron buscar el lado positivo de las cosas y de las personas.

Otros más intentaron poner paz donde el poderoso caballero don dinero ponía guerra y discordia en las familias. Tal vez, en la otra orilla, cuántos de ellos estarán riendo cuando nos ven tan afanados en aquello que en el camposanto no vamos a necesitar.

Otros fueron perseguidos y no precisamente por la justicia. Fueron perseguidos por la mala suerte, por la calumnia, por la difamación, por la depresión o la pobreza. Fueron perseguidos por la indiferencia o por la soledad, por los intereses del “te quiero por lo que tienes” y no por el “te quiero por lo que eres”.

Otros, finalmente, fueron insultados, lapidados en vida por los sinsabores, por los fracasos, por el hecho de llevar una vida honrada y contracorriente, profética y según Dios. Los perseguidos por las verdades a medias que fueron grandes mentiras.

Estas podrían ser las ocho bienaventuranzas hoy, aunque podríamos enriquecerlas desde nuestra experiencia de vida junto a tantos hermanos, aquellos que ya descansan en nuestros cementerios, auténticos santorales de generosidad. Esos camposantos, que en este día de Todos los Santos, se convierten en los más gigantescos y más valiosos altares donde están esculpidos a golpe del martillo y el cincel de la vida, las más impresionantes historias de amor y de entrega, de fe y de amor a Dios. 

Necesitamos recordar, pero no para llorar sino para animarnos en ese camino que nuestros familiares nos enseñaron con su vida, para descubrir el valor de amar a Dios sobre todas las cosas y vivir según su Espíritu. Ellos fueron grandes ante los ojos de Dios y se convirtieron en testigos de que Dios estaba y está vivo y presente en medio de nosotros. Día de Todos los Santos. ¡Cuántos de los nuestros, sin habernos percatado de ello, fueron y son santos ante Dios!

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