¿Qué tendría que haber llegado mucho antes? Por supuesto, ¿qué debería ser más ambiciosa y sancionar a los menores que beban en los jardines, lugares apartados , cualquier sitio que sirva de cobijo a tanto alcohol? Seguro que sí. Pero ha de haber un comienzo, y respetar la vía pública, sobre todo a determinadas horas, es una obligación de todos: consumidores y vendedores. Si el objetivo de la campaña es “en la calle no”, pues tendremos que exigir que la norma se cumpla y la vigilancia sea la adecuada hasta mentalizar a los trasnochadores que hay otros muchos ciudadanos que tienen otro horario. Y se ha de respetar.
Y esto que parece una cosa tan sencilla tiene importancia. Por un lado el deseo del placer conjunto alcohol-tabaco que obliga a abandonar el recinto cerrado y por otro, en pequeños locales nocturnos de aforo muy limitado, las ventas se verán considerablemente mermadas. Pero es un magnífico comienzo de año propiciar lo mejor para la mayoría y éste es un caso donde he de escribir una respuesta que mal digerí y peor entendí “no es no” y la calle no es la continuación del bar de enfrente.
También es cierto que hemos jaleado mucho nuestra cultura del vino y el embrujo que ejerce en las relaciones sociales. Sin embargo, se les ha ido de las manos a los gobernantes encontrar un equilibrio para dar respuesta en sus inicios a los macrobotellones, la ciudad se hace atractiva para los jóvenes y el cubalibre el rey de la noche. A veces, una norma coercitiva, como fue la prohibición de tabaco en recintos cerrados, arma mucho revuelo, pero se calma cuando se comprende que no hay marcha atrás, igual puede ocurrir si nos empeñamos y queremos entender que la propiedad de la calle es compartida.
Y la policía tiene también la misión de espulgar a los jóvenes donde se entremeten algunos menores, para empezar a coger práctica antes de tiempo. Me parece estupenda la norma, no sólo por las quejas de vecinos que son muy justas, sino porque un poquitín de acorralamiento a tanto bebedor es una idea muy sensata.