De todos es sabido que cada municipio tiene dos días festivos al año que puede moverlos del calendario a su antojo. Generalmente, uno de ellos coinciden en feria de agosto y otro en septiembre. Viene siendo así desde que este periódico pasa semanalmente por mis manos. Muchos años, más de veinte y aún me sorprende leer que algunos grupos municipales se abstengan cuando se reúnen para fijar las del año próximo. ¿Tanto cuesta coincidir en algo tan elemental como la fecha de una fiesta?
Sin embargo, siento la necesidad de felicitar a los munícipes por haber votado de forma unánime el futuro parque de bomberos. Supone una alegría saber que hay acuerdos que realmente importan. Que el éxito de este nuevo proyecto forman parte de todos los antequeranos, porque todos los representantes en el Ayuntamiento lo han hecho posible. Eso es querer a Antequera.Y cuesta mucho trabajo admitir las palabras de José Luis Ruiz Espejo.
Calificaciones gruesas como el “desastroso inicio del curso”. Hay mucho que mejorar y siempre no están tan a mano los recursos necesarios, sobre todo en estos momentos que la situación política no es la más idónea. Es evidente que ha costado mucho tener que ceder la gobernabilidad de la Junta, y anden preocupados porque no se percibe que los recién llegados lo estén haciendo tan mal.
En estos momentos hay muchas cosas que se hacen bien y tiene nula o escasa repercusión y se pregona bastante lo desfavorable. Quizá los socialistas sepan venderse mejor, ahí tenemos el ejemplo palpable de un Pedro Sánchez muy a la derecha de sus posturas iniciales, y además dando una imagen de estadista centrado y responsable, estudiado al milímetro cada detalle y gesto porque anda en campaña electoral y se juega su futuro, sueños y tal vez, una parte de su ego.Y siempre el apoyo sincero a la solidaridad con el colectivo de mujeres que sufren la violencia machista.
Todas las concentraciones son recordatorios necesarios. Pero las principales armas son la educación y el compromiso de la sociedad en su conjunto. Y éste hay que trabajarlo en todos los ámbitos, empezando por el familiar.