viernes 10 mayo 2024
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Ya no me da miedo la cobra

No, por adelantado, no tengo serpientes en mi hogar. A decir verdad, desde que murió el último canario, no concibo en casa ni tan siquiera un pequeño pájaro cantor. Me gustan mucho los animales, pero en su hábitat.
 
La cobra, como ejercicio para mejorar nuestras lumbares, uno de entre muchos más que últimamente vengo repitiendo en las sesiones de Escuela de Espalda en la Piscina Municipal, es, a mi parecer el toque final que necesitaban mis lumbares para volver a un funcionamiento aceptable, una vez subsanada y superada la crisis de dolor lumbar con pinzamiento de nervio en la pierna izquierda. 
 
Todo ello sucedió hace ya más de dos años. Tras realizar exploración de RM me quedó un diagnóstico de espondilolistesis grado I de L4-L5. He de confesar que el periplo no ha sido tan simple, ni mucho menos sencillo. En todo este tiempo y desde que el dolor en la pierna izquierda comenzara, impidiéndome el caminar holgadamente como era costumbre en los inviernos, época del año en que suelo reducir el tiempo de bici, supliéndolo con largas caminatas por senderos de montes y sierras. Abocado a una operación quirúrgica, como solución, que corrigiese el problema de columna, decidí resistir e intentar por otros medios la solución a la molestia.
 
Del trabajo con fisioterapeuta,  más directo a la zona muscular, pasé  a tratamientos de osteopatía, haciendo más hincapié en las zonas y terminaciones nerviosas. Mejoraba, pero el problema persistía. Suerte que la posición, encima de la bicicleta, al parecer liberaba el pinzamiento y me permitía un pedaleo casi sin problemas, por lo cual mis entrenos, competiciones y salidas con la bici siguieron al mismo ritmo.
 
Como el problema al caminar persistía, decidí incorporar otro tratamiento para mí desconocido hasta ese momento. Las sesiones con el quiropráctico. Con ellas conseguí mejorar muchísimo el problema, llegando casi a su total desaparición… pero faltaba algo más de tiempo, de ejercicio, o que, a las mencionadas vértebras les diera por colaborar un poquito y permitir que los maltratados y ya gastados discos intervertebrales, siguieran ejerciendo su cometido permitiendo con libertad el paso de los nervios favoreciendo el funcionamiento muscular. 
 
Lo cierto es que aún faltaba algo más. De nuevo tuve que volver al trabajo con fisioterapeuta, esta vez incorporando, ejercicios en el agua. En la Escuela de Espalda les decía, aprendí a realizar nuevos ejercicios para el fortalecimiento de los abdominales, zona lumbar y columna en general, bajo la atenta vigilancia y guía del fisioterapeuta, conseguí realizar la cobra y otros muchos más ejercicios. Perdiendo el miedo a ejecutar movimientos que yo pensaba, podrían empeorar mis lumbares. 
 
Poco a poco, con el trabajo continuo realizado en la piscina cubierta, las propias sesiones de estiramientos y más trabajo llevado a cabo en casa, el dolor fue remitiendo. Y se podría decir que desde hace ya un par de meses,  ha desaparecido. Me agarro fuerte a la mesa y pido que esto continúe con dirección a la mejora y no se tuerza. Ya estoy de nuevo caminando, puedo recorrer de nuevo, kilómetros de senderos sin más problema que el propio cansancio derivado del trabajo realizado.
 
La intervención quirúrgica puede esperar, confío en dejarla definitivamente descartada. Es muy cierto que la Fisioterapia, la Osteopatía o la propia Quiropráctica, son disciplinas y o ciencias que nos ayudan a recuperar, mediante el masaje, la manipulación y el ejercicio expreso según que zona, lesiones y problemas funcionales de nuestro cuerpo. La constancia, perseverancia y empeño junto a una alimentación e higiene del descanso adecuadas, sin duda nos aportaran salud y una mejor calidad de vida.
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