Sociedad de intereses
Todos afirmamos y damos por supuesto que una persona está normal y es sana cuando cumple correctamente con el papel social que le toca desarrollar. También cuando hace lo que de él se espera y sabe adaptarse y actuar según la escala de valores que están de moda en la sociedad o son las que la mayoría desarrollan. Por el contrario, la persona que no se adapta a esos esquemas, corre el riesgo de ser considerada como anormal, tarada, sospechosa…Éste es el caso de Jesús. Su obrar libre provoca rápidamente el rechazo de la mayor parte de la sociedad de su tiempo. Sus familiares lo consideran como desequilibrado y excéntrico. Las clases fariseas sospechan que está irremediablemente poseído por el mal.
Unos y otros desconfían seriamente de que esté en sus cabales.Pero el problema está en saber quién es el que está verdaderamente desequilibrado y poseído por el mal y quién es el verdaderamente sano que sabe crecer como hombre. En su estudio «El miedo a la libertad», E. Fromm nos ha hecho ver que, cuando una sociedad está “enferma” y mutila la personalidad de sus miembros, la única forma de mantenerse sanos es la ruptura con los esquemas sociales, aún a costa de ser considerado como “raro” por el resto de la sociedad.No es fácil ser diferente y mantener la propia libertad en medio de una sociedad enferma.
La mayoría se conforma con adaptarse, vivir bien, sentirse seguros. Como diría el bueno de Miguel de Unamuno “tienen miedo a la responsabilidad”. Es más fácil volar y dejarnos arrastrar por los demás, que ser auténtico y vivir en nuestros principios.Cuántos hombres y mujeres valorados socialmente por su eficiencia y su capacidad de moverse con agilidad en esta “sociedad de intereses” son triste caricatura de lo que un ser humano está llamado a ser.
Gentes que han renunciado a sus propias convicciones y no saben ya lo que es ser fiel a un proyecto humano de vida. Personas que se limitan a interpretar un papel, respetar un guión, “hacer el personaje”. Hombres y mujeres que viven sin vivir, con una libertad atrofiada. “Gente que se reconoce en sus caprichos; encuentra su alma en su automóvil, su casa, su equipo de….Los creyentes olvidamos con frecuencia que la fe en Jesucristo puede darnos libertad interna, y fuerza para salvarnos de tantas presiones e imperativos sociales que atrofian nuestro crecimiento como personas verdaderamente libres y sanas. Olvidamos que Jesús es: el camino, la verdad y la vida.
padre Antonio Jiménez López, carmelita