Llegada la Cuaresma, comienzan los cultos a los diversos titulares de las cofradías. Uno de los actos más importantes y de debido cumplimiento es la celebración de las honras debidas a las imágenes. Entramos aquí en el tema que nos ocupa.
La preparación de un altar de cultos con sus respectivos elementos es o debería ser una de las señas de identidad de cada cofradía, algo que la distinguiera y fuera tan sello propio como su puesta en la calle.
De hecho, todavía nos sorprendemos cuando vemos en fotografías antiguas o nos comentan los mayores, lo que se hacía en tal o cual iglesia por parte de alguna hermandad.
En la actualidad y por desgracia, como ocurre con otros elementos propios de la idiosincracia de las cofradías, y salvo honrosas excepciones, en nuestra ciudad no se hace mucho hincapié en este tema, limitándose la mayoría de las veces a la mínima expresión, con la colocación de la imagen titular, algunos centros florales y poco más. Es aquí donde me gustaría hacer hincapié.
La palabra culto en su acepción religiosa se define como “homenaje externo de respeto y amor que el cristiano tributa a Dios, la Virgen, los ángeles, a los santos y a los beatos”.
Llegados a este punto, el altar debería reflejar el amor, la admiración, el honor que se tributa a lo sagrado, máxime cuando la imagen titular es el eje principal, junto con la caridad, que debe guiar a la cofradía.
El altar debería incluir en su preparación, además de la imagen sagrada, elementos de luz (velas, candelabros…) reflejo de Jesucristo. Espejos (símbolo mariano por excelencia que refleja la virginidad de María y su papel de reflejo de Jesús, luz del mundo).
Las flores, tributo de amor, aunque con moderación ya que la Cuaresma es tiempo de penitencia. Manteles, recordemos que Jesucristo es el Cordero en el banquete pascual, elementos decorativos o alegóricos… deberían completar el exorno.
Gracias a Dios, parece ser que las nuevas generaciones cofrades (ilusionadas, pendientes de innovaciones en otras latitudes… están contribuyendo a intentar realizar altares más elaborados que reflejen o deberían reflejar el amor a Dios y su Madre a través de dicha imagen.
José Antonio Narbona Galindo
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