Durante las semanas previas sus miembros han estado por parroquias y centros educativos para compartir con los cristianos de Málaga “que sigue habiendo un grupo de jóvenes que se están preparando para ser sacerdotes, y que tenemos la responsabilidad por ello de ayudarles”.
Un Seminario que tiene la sección Mayor “que son los jóvenes que se están preparando para ser sacerdotes, con los seis años que dura normalmente el Seminario, del que yo soy rector”. También “hay un curso de discernimiento vocacional para los chavales que tienen la inquietud vocacional, que piensan que igual el Señor los ha llamado a ser cura, buscan conocernos y para que ellos comprueben la dinámica del Seminario. Y así se decide si pasan a la formación para ser los futuros seminaristas del próximo curso”.
Antes está el Menor donde “cuando cursan los dos últimos años de Secundaria y los dos años de Bachiller, son un grupo entre diez y doce chavales, entre 15 y 18 años, que se están planteando la vocación sacerdotal y que todos los meses tienen una convivencia aquí en el Seminario. Hay un par de paisanos de Antequera y aquí la gran diferencia, además de que no son internos, que no es un internado sino que vienen a la convivencia, es que hay mucha más implicación de la familia; ellos son menores, sus padres y demás vienen por aquí, se hacen presente en la misa con la que termina siempre la convivencia, siempre hay momentos de encuentro, porque al final si ellos decidieran entrar con 18 años”.
Todos los caminos llevan a la formación durante seis años donde “a nivel de estudio, obtener el grado, lo que antes era el bachiller en Teología, el grado en Teología. Entonces el centro de estudios asiste y se obtiene la titulación. Y luego, a parte de esa formación más académica, aquí en la casa pues se recibe una serie de formaciones específicas dedicadas a lo que es ser pastores, a conocer un poco la realidad del sacerdocio, la realidad de cómo se concreta la vocación, y esos son los cinco primeros años. El último año, digamos así, es un poco las prácticas del grado. Ya ellos lo ven de diáconos, el paso previo a ordenarse sacerdote, y están en parroquias durante más de la mitad de la semana, ya puedes ver algunos sacramentos, como bodas y bautizos, entierros…”.
La pandemia en las vocaciones
Son 17 los seminaristas actuales de los que 5 son diáconos “y si Dios quiere se ordenarán de sacerdote el 25 de junio”. Son pocos para las necesidades diocesanas, pero muchos para los años que se atraviesan.
Como rector del Seminario, le preguntamos cómo ve el espíritu de estos jóvenes que se están formando. “Son chavales de hoy en día, que entran dentro de la normalidad de gente entre 18 y 37 años que tiene el mayor. Humanamente forman un grupo humano muy bueno”.
En estos tiempos de la pandemia se habla mucho de buscar la vacuna, de la mascarilla… ¿qué necesidad hay de estos jóvenes del Seminario de seguir buscando y evangelizando y hablando de Dios en el año 2022? “Un chaval que todavía no es seminarista, que está en el curso de sentimiento vocacional y que cuando yo le pregunté ‘¿por qué te has planteado esto?’, me dice que ‘me viene del confinamiento al pararme, el poder rezar tranquilamente, el poder buscar… yo acababa de entrar en la parroquia, había venido un cura joven…’. Dice esas cosas que le habían hecho caer en la cuenta de que necesitaba algo más. Yo creo que el confinamiento y la pandemia han tenido muchas cosas malas, pero alguna buena sí ha tenido, de pararse, de detenerse… Y respecto a ¿qué pueden hacer estos chavales? Mira, hay mucha gente todavía que no conoce a Jesucristo, que se cree que su felicidad está en alguna cosa material y no en Jesucristo que es el único nombre que salva, como dice San Pablo, el único nombre que nos da la salud”.
Para terminar, a ese joven que está en su casa y que ha escuchado, pero a lo mejor no ha hecho caso a la llamada… el Rector del Seminario le dice: “Que esté atento a la voz del Señor, que muchas veces decimos que escuchamos la voz del Señor y hacemos lo que nos da la gana. Si el Señor te está llamando, te va a llamar hoy, mañana y siempre. El Señor no se cansa y no se aburre”.
Ahí están las palabras de este vicario, el último sacerdote ordenado de la ciudad, que sueña que haya pronto alguno más.
