El Evangelio de este domingo decimoséptimo del tiempo ordinario nos ofrece uno de los milagros más conocidos de Jesús: la multiplicación de panes y peces. Más allá de lo que podría ser una simple demostración o “chulería” de parte de Jesús por demostrar quién era, realmente Jesús nos muestra su lado más humano y cercano a las necesidades básicas de la gente.
Es con esto con lo que nos da una gran lección: se evangeliza con palabras pero quizá nos falte mucho más pasar a los hechos, que son los que realmente enseñan y dejan huella en el corazón de la gente. Jesús se encontraba con una muchedumbre a la que estaba enseñando la Buena Noticia. Pero llega el momento de comer y lo que es comida, precisamente, no tenían. Tan solo un niño portada unos panes y unos peces, muy poco para dar de comer a todos.
A pesar de ello y a pesar de cualquier pensamiento negativo que pudiesen tener los que estaban alrededor (¿a quién se le ocurriría que con 5 panes y 2 peces se podría dar de comer a tanta gente?), a pesar de todo ello, lo ponen en una cesta común para, al menos, intentar dar de comer a quien puedan, y finalmente logrando que sus esfuerzos y ofrendas sirviesen para obrar el milagro de dar a todos e, incluso, de llegar a sobrar.
Quizá nos haga falta a nosotros mucha más valentía y autoestima de la de ese niño: ofrecer lo poco que tenemos para intentar lograr obrar “el milagro” que vamos persiguiendo. Leo en algunas redes sociales que hay una serie de actos preparados y organizados próximamente precisamente para “dar de comer al hambriento y de beber al sediento”, a todos esos hermanos que tienen hambre y sed de que sus necesidades sean paliadas.
Destaco dos acciones en concreto: la organizada por el colectivo EDAU que intenta conseguir reunir la cuantía suficiente para poder conseguir un medio de transporte para los chavales de autismo, con un evento el próximo 4 de agosto en la Plaza de Toros; y la organizada ya para el 1 septiembre por la Cofradía de la Pollinica de Antequera, a favor del colectivo AMIDIS, además de su gesto colaborador mostrado esta pasada semana a fin de conseguir la meta de un transporte para el servicio que ofrece el colectivo Emaús en nuestra ciudad. Dos acciones concretas que demuestran nuestra sensibilidad por los más necesitados y que necesitan que nosotros pongamos nuestro granito de arena para multiplicar los panes y repartir los peces. “Mucha gente pequeña en muchos sitios pequeños haciendo pequeñas cosas, puede cambiar el mundo”.