viernes 26 abril 2024
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Domingo 29 de julio: XVII del Tiempo Ordinario, Ciclo B

· Primera lectura: 

· Primera lectura: 2º Reyes 4, 42- 44.

· Salmo responsorial: 

Salmos, 144.

“Abres tú la mano Señor,

y nos sacias”.

· Segunda lectura: 

Efesios 4, 1-6.

· Evangelio: Juan 6, 1-15.

 

En medio de los calores del verano, hacemos un paréntesis en el Evangelio de San Marcos, y será San Juan quien nos ofrezca las lecturas de este y los próximos domingos. En concreto hablamos de su capítulo sexto, el que se denomina del «Pan de vida». Ése será el fragmento de ese evangelio que escucharemos durante las próximas semanas.

 

Todos podemos coincidir en la importancia que tiene este alimento, el Pan, para nuestra vida. Porque en nuestra cultura es mucho más que la harina de trigo horneada, sino que es la representación de todo alimento. Incluso para nuestra fe, pues en el Padrenuestro es lo que pedimos que no nos falte cada día, que siempre pueda estar en nuestra mesa y en la de los hermanos.La acción del texto de hoy se sitúa junto al Lago de Galilea, posiblemente en plena primavera, porque dice que faltaba poco para la Pascua, y porque allí la hierba está verde nosotros contemplamos ese mismo color de vida sobre nuestra hermosa Vega, antes de que madure la mies.

 

Desde una de las colinas que dominan el Mar de Galilea, posiblemente el Monte de las Bienaventuranzas acoge a un grupo numeroso, con esa afirmación de que eran más de 5.000 hombres, «tan machista» hoy en día. Pero era la manera de contar de los judíos entonces. Y en este caso de hablar de una muchedumbre que sentía curiosidad por el maestro de Nazaret. Pero la sorpresa que hoy tenía guardada era enseñarles que no era un profeta al uso, que además de predicar daba trigo. Pan en este caso. Porque hoy nos presenta este hermoso evangelio una de las multiplicaciones del pan que hace Jesús. Una acción milagrosa incluso para sus discípulos, que pese a acompañarlo en su predicación, una y otra vez se ven sorprendidos por las acciones salvadores del Señor.

 

Por eso no sorprende la afirmación de Felipe, de que doscientos denarios no eran suficientes para comprar pan para tanta gente. Y seguramente las pequeñas panaderías de los contornos tampoco tuvieran esa cantidad de pan disponible. Entonces, ¿cuál es la solución de Jesús? Preguntar que tenían a mano.  Andrés le dice que apenas unos panes de cebada y un par de peces que un chaval llevaba consigo. Y entonces aparece el verdadero milagro, poder compartir lo poco que se tiene posibilita que llegue para todos y aún sobre.Fue la solución entonces y, aunque a veces parece que no queremos enterarnos, sigue siendo la solución ahora. Los problemas y las necesidades más básicas no se solucionan con bellos discursos de quien parece que desde su poder no tiene contacto con la realidad. Su solución más bien está en las manos sencillas de todos los que podemos aportar y compartir nuestras pobrezas. Así habría para todos, y aún sobraría. Aunque esos son otros «López».

 

Vamos a volver de nuevo al evangelio, que es lo que ahora nos interesa. El de hoy os recuerda que el Señor, para quedarse en su Iglesia quiso hacerlo a través de los elementos más sencillos, los que nunca faltaban, entonces, de cualquier mesa. Me refiero al pan y al vino, que se convertirán en su Cuerpo y su Sangre, en la manera que quiso estar con nosotros. Entonces era Él quien realizaba la acción de gracias al Padre, mientras que hoy somos nosotros quienes en la Iglesia, lo seguimos haciendo. Debemos ser conscientes de donde nos viene este gran don. Ello una idea de la importancia de la Eucaristía para los cristianos. Por eso podemos decir que es la fuente de la vida de la Iglesia. Es el mismo Jesucristo.Señor Jesús, tú eres el único que conoce nuestras necesidades más profundas. Sabemos que tu palabra es verdadero alimento para nuestra vida. Danos siempre de tu pan-cuerpo, pues es quien realmente nos permite vivir. Qué así sea.

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