sábado 23 noviembre 2024
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Otro mundo es posible: II Domingo de Adviento, 4 de diciembre

· Primera lectura: Is. 11, 1-10: “… brotará un renuevo…”
· Salmo responsorial: Salmo 71: “Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente”
· Segunda lectura: Rom. 15, 4-9: “La Palabra da el consuelo que mantiene la esperanza”.
· Evangelio: “Convertíos porque está cerca el Reino de los cielos”.

Las lecturas de este  segundo domingo de Adviento se empeñan, de una forma u otra,  en introducirnos en una mentalidad de optimismo profundo, y de esperanza ilimitada en un mundo mejor en el que el lobo pastará con el cordero,  el león comerá con el buey, y el niño jugará con la serpiente.  
 
Pero también es verdad que un vistazo a la historia humana de siempre –también de ahora– rebaja sensiblemente tales expectativas;   y es que siempre ha habido guerras, violencia, muerte y desolación causada por la maldad humana del egoísmo, la codicia, el ansia de poder, fruto de la soberbia colectiva o personal de creerse los mejores y de la impunidad al imponerse a los otros.
 
Y a pesar de ello resuena  y late en las lecturas de hoy un mensaje de serena esperanza contra toda esperanza; una invitación al optimismo cristiano; un mensaje preñado de seguridad y aplomo en la llegada de un mundo mejor: brotará un renuevo, y de su raíz, un vástago,  con espíritu de sabiduría, con la justicia como cinturón sobre sus lomos;  un tiempo en el que florecerá la justicia a pesar de la injusticia,  en el que reinará la vida y no la muerte; en el que se instaurará la paz y no la guerra, en el que existirá una posibilidad real de vivir como hermanos no como fieras salvajes. 
 
Ello será posible porque es Jesús quien nace, quien se hace uno de nosotros, quien asume nuestra profunda debilidad; es Él quien ofrece un estilo de vida inigualable y muere en la cruz por amor al ser humano y por su acerva denuncia de una forma de vivir semejante a la del león, del lobo, y del oso con sus presas absolutamente indefensas, vencidas, dominadas. Porque es Él quien, como afirma lapidariamente el salmo responsorial,  el que libra al pobre que clama, al afligido sin protector, el que se apiada del pobre y del indigente, el que salva sus vidas.
 
Pues, bien, ¿servirá este tiempo de Adviento para que, a la luz de la Escritura y del Espíritu entendamos e interioricemos el nuestra vida el profundo mensaje del Niño de Belén, y con su ayuda enfoquemos nuestra vida desde la dinámica evangélica del amor hermano, de la misericordia y compasión, del perdón y la reconciliación, de la cercanía y la comprensión? ¿Seremos capaces de entender, a la luz del mensaje de Belén que el camino para que el lobo conviva con el cordero, la vaca con el oso, el león con el buey, y el niño con la serpiente, depende de que cada uno de los que creemos en Jesús como Dios hecho humano, lo intentemos, confiados en su fuerza y su gracia?  
 
Estas lecturas de hoy nos invitan, por tanto a la reflexión, a la interiorización del mensaje, a asumir el compromiso de hacer vida en nuestra vida la sublime dinámica de un mensaje evangélico que rezuma cercanía, fraternidad y sensibilidad hacia los demás.
 
La figura del  Niño de Belén, pobre, inerme, dependiente, pero Dios con nosotros, nos invita elocuentemente  a vivir su programa de vida evangélica de amor, misericordia y perdón, pues con Él, preñado de luz, fuerza  y vida, otro mundo es posible.
 
padre trinitario Domingo Reyes 
 
  
 
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