¡Feliz año nuevo cristiano y católico! Comenzamos un nuevo ciclo, en este tiempo nuevo de preparación para la venida del Señor. Cambiamos el color de nuestro ajuar litúrgico por el morado, como señal de que estamos ante un tiempo previo y de preparación para una gran fiesta que va a acontecer. Eso significa Adviento: preparar nuestro camino para el encuentro con el Señor Jesús que va a nacer.
Más allá de adelantar los acontecimientos, como ocurre en muchas ciudades donde ya se engalanan con luces y adornos propios del tiempo de Navidad, para nosotros este tiempo de Adviento debe vivirse de un modo distinto, sin dejarnos llevar por las modas paganas de la sociedad actual. También nosotros adornaremos nuestros templos parroquiales en este tiempo de preparación, pero lo haremos con una corona, llamada la “corona de Adviento”, que tiene como reclamos principales cuatro velas o cirios que representan cada una de las cuatro domingos previos a la festividad del Nacimiento de Cristo, todas ellas engalanadas con ramas de pino en forma de corona.
Tradicionalmente hay varios modos de componer esta corona, ya que según una tradición se utilizan tres cirios de color morado, que nos indican que estamos ante un tiempo propicio para recibir el sacramento de la penitencia: debemos limpiar nuestro corazón para acoger al que va a nacer en él. Y una de esas cuatro velas, la de color rosa, que indica que estamos ante la proximidad del Nacimiento de Cristo, utilizada en el tercer domingo de adviento, conocido como el de Gaudete. Otros, en cambio, utilizan cuatro cirios, cada uno de un color diferente con el siguiente orden: morado, verde, rojo y blanco, orden quizás más simbólico para ver la evolución de las distintas semanas de este tiempo de adviento.
Más allá de la ornamentación y la decoración, nuestro ser cristiano nos invita a no vivir este tiempo como otro cualquiera y, por supuesto, a no quedarnos simplemente en símbolos representativos y/u ornamentales para decorar. Debemos vivir este tiempo como lo que es, como un tiempo de preparación para recibir al Señor Jesús que va a nacer en nuestros corazones. Por ello, debemos “limpiarnos” –principalmente a través del sacramento de la penitencia– y vivir este tiempo permaneciendo vigilantes y orando, ya que es la manera que tenemos los cristianos para acercarnos a nuestro Padre Dios y la de intentar alcanzar nuestra santidad, además de con buenas acciones.
¡Vivamos cristianamente este tiempo, seamos fieles al Evangelio y dejémonos guiar por el camino que nuestro Dios nos anuncia en este tiempo de Adviento!