Santa Teresa de Jesús nos enseña a confiar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la adversidad. Una oración suya muy conocida lo expresa admirablemente:
Nada te turbe
Nada te espante
Todo se pasa
Dios no se muda
La paciencia todo lo alcanza
Quien a Dios tiene
Nada le falta
Sólo Dios basta
El egoísmo puede hacernos pasar una vida más o menos cómoda. Nos puede proporcionar placer una hora o un día. Pero nos hace infelices toda la vida. No es una vida cómoda lo que nos da la felicidad. Lo que nos hace felices es tener un corazón enamorado.
Cuenta la Beata Teresa de Calcuta lo que le ocurrió una tarde. Una persona necesitada quiso darle unas monedas. Aquella persona, que se veía que era muy pobre, le dijo: “Yo también quiero dar”.
Entonces, recuerda la Beata Teresa, yo pensé: Si le acepto este dinero seguro que se va a la cama sin comer en todo el día; pero si no se lo acepto, le voy a hacer daño.
Cogí esas monedas y jamás he visto a nadie con tanta alegría como la que vi en la cara de aquel hombre, al ver que él también era capaz de dar. Cuanto más generoso seas por Dios, serás más feliz. El secreto de la felicidad es la generosidad.
Cuando una persona se siente un poquito infeliz, es porque le falta un poquito de generosidad. Ser generoso con Dios: este es el secreto. Señor, dame luz para descubrir qué más puedo darte. Esto fue lo que Saulo le pregunto a Jesús en las puertas de Damasco: “¿Señor, qué esperas de mí?”.
San Bernardo no duda en afirmar: “La medida del amor a Dios es amarle sin medida”. Por eso el enamorado siente la necesidad de “echarlo todo a rodar” por la persona amada. “Echarlo todo a rodar” por Dios.
El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Y Dios es Amor. Por eso la necesidad primera y más imperiosa que tenemos es la necesidad de amar, de darnos. Por mucho que recibamos, como lo que necesitamos es darnos, nunca nos llena. Esa es la tragedia del egoísta.No hay un egoísta feliz. Egoísmo y felicidad son estados contradictorios.
Pero Dios no nos obliga a ser generosos. No nos obliga a entregarle nuestro corazón. Dios no coacciona.La tristeza es siempre consecuencia de no dar a Dios lo que nos pide. Estamos en pleno verano. No guardes a Dios con la ropa de invierno. Si quieres pasar las más tristes vacaciones de tu vida, sigue el ejemplo de tantas personas que, en estas fechas, huyen descaradamente de Dios. Se parecen a esos otros que, de vez en cuando, escapan de lo que en teoría más quieren: de su mujer, de sus hijos, en busca de un “desahogo”, de un descanso.
A los que piensan que el verano puede ser un paréntesis en su fe habría que recordarles que quien necesita descansar de sus amores, es que no sabe amar. El amor es el mejor descanso para el alma y para el cuerpo. Y Jesucristo quiere encontrarse con nosotros. Quiere hablarnos y pedirnos que le demos nuestro corazón. Quiere volver a ocupar el primer lugar en ese corazón nuestro. Si somos generosos con Dios, seremos felices. Si somos más generosos con Él, seremos más felices. Si somos muy generosos, seremos muy felices.
El Papa Francisco nos anima a mirar a Jesús. “¿Cómo me mira Jesús? ¿Con una llamada? ¿Con el perdón? ¿Con una misión? Él siempre nos mira con amor. Nos pide algo, nos perdona algo y nos da una misión. Cada uno de nosotros podemos pensar: Señor, estás aquí, entre nosotros. Tu mirada fija en mí. Dime lo que debo hacer.”
padre José María Valero