Tras la buena acogida la semana anterior con las fotografías de María Auxiliadora, seguimos esta semana, esta vez con el Señor de la Salud y de las Aguas. Nos centramos en los años 1963 y 1964 en Antequera.
En ellas era hermano mayor de la Real Hermandad, Luis Moreno Pareja-Obregón, quien a su vez era alcalde de la ciudad. Y hermano mayor de insignia, su hijo José María Moreno de Rojas.
La fotografía que encontramos de 1963 nos adelanta un año al dato que teníamos del inicio de José María Moreno de Rojas como hermano mayor de insignia. En la instantánea, dos detalles: un chiquillo junto a él, su hijo José Ignacio Moreno Luque, y la disposición de los capuces, más abiertos en la parte trasera de como los vemos hoy.
Nuestras páginas recogen en 1963 la crónica de Francisco Moreno Mesías, enviado especial del periódico granadino “Patria”, quien el 28 de mayo, recogía: “Una imponente manifestación de fervor constituyó la procesión del Santísimo Cristo de la Salud y de las Aguas celebrada. Miles de antequeranos llegados de todo el territorio nacional y muchos de ellos procedentes de Francia, Alemania, Suiza y Bélgica, irrumpieron desde el día anterior en la ciudad en espectacular riada dando a ésta el extraordinario ambiente de las grandes solemnidades”.
A las siete y cuarto “efectuó su salida de la parroquia de San Juan la venerada imagen entre un atronador estruendo de cohetes y palmas reales y a los acordes del Himno nacional interpretado por la Banda municipal”. El trono, “majestuosamente adornado con auténticos macizos de claveles y azucenas, portaba el palio de las grandes solemnidades, el de oro y plata cincelada, formado por doce varales que en columna de a tres, dan una amplia vistosidad anterior y posterior a la imagen que es divisada en un plano muy destacado desde larga distancia”.
La imagen, “veneradísima en Antequera, tiene una ingenua leyenda propia de las poblaciones creyentes y devotas. Su aparición se atribuye a intervención angelical”. Siguiendo su acostumbrado itinerario, “la procesión inició su lenta marcha por la cuesta Real, cuesta de Caldereros, calle de Martín Gutiérrez (del Viento), y Zapateros, plaza de
San Sebastián, Encarnación, Calzada”, Cantareros, Infante don Fernando, San Sebastián, “Martín Gutiérrez –en sentido inverso– hasta su templo. Antes de ser encerrada la imagen es llevada hasta los próximos campos de la vega para que dé su bendición paternal a las tierras próximas a su templo”.
A lo largo de todo el trayecto “se calcula que se aglomeraron para ver el sacro desfile, más de diecisiete mil personas en una imponente demostración de fe. Más de cinco mil velas se han vendido para esta solemnidad que en esta población es difícilmente superada, hasta el punto de que puede asegurarse con certeza constituye la principal festividad religiosa para los antequeranos, y durante todo el recorrido se quemaron infinidad de bengalas”.
Entre las muestra de fe, recoge el cronista: “Hace dos años presenciamos a la salida de la imagen una demostración escalofriante. A la salida del Cristo y detrás de la imagen una señora como de unos 45 años y bastante gruesa por cierto, se lanzó al suelo y en esta posición de cuadrúpedo ascendió penosísimamente la cuesta de Zapateros, descendiendo después, por la enorme rampa de las cuestas hasta la plaza de San Sebastián”.
Allí se pudo comprobar “la verdadera ansiedad y angustia de la multitud, la emoción del pueblo y las muchas lágrimas que se derramaron en una inmensa caridad hacia aquella buena mujer que mucho debió de recibir de Cristo para intentar pagarle con tan humilde gesto de penitencia”.
1964: pasó bajo el Arco del Nazareno
Al año siguiente, en 1964, la procesión fue en domingo y “las calles de la ciudad se vieron animadas desde la mañana y cada vez nos parece que vienen en mayor número los antequeranos que viven lejos de su tierra, para asistir a este acto piadoso de cumplir las promesas hechas a la venerada imagen, así como que del campo y de los pueblos también viene mayor número de devotos”.
Ni que decir tiene “que toda la población sale a su vez a la calle para acompañar al Señor, y por todo ello son millares y millares, en cifra incalculable, los que forman alumbrando, en masa, porque es imposible mantener las filas todo el trayecto que sigue la procesión, y los que por todas las calles aguardan el paso de ésta”.
Asimismo una masa compacta sigue tras el Santísimo Cristo, dejando muy atrás a la Banda de música. Tal es el fervor que inspira esta imagen a la que pedimos sus celestiales favores”.
En el guión, en cabeza de la procesión, fueron alternando el hermano mayor de la Real Hermandad y alcalde de la ciudad, “don Luis Moreno Pareja Obregón; el mayordomo, don José Robledo Borrego, y demás directivos, con las autoridades y representaciones religiosas y civiles invitadas.
Los hermanos de trono fueron dirigidos por el hermano mayor de insignia, don José María Moreno de Rojas. La subida de las cuestas y llegada al Henchidero, sobre la una de la
madrugada, fue apoteósica, como siempre, uniéndose a los toques de la campana del Reloj de Papabellotas, los disparos de cohetes y las aclamaciones y vítores al Señor, lanzados por la multitud, hasta la entrada en la iglesia de San Juan”.
Hasta aquí, lo recogido en nuestras páginas, pero al encontrar estas fotografías de 1964, nos dan varios detalles de la procesión de ese año. Por un lado, el actual edificio de pisos junto al Arco del Nazareno, estaba sin construir, como se observan en ambas imágenes del citado año. Y por otro, el Señor pasó bajo el Arco y encaró calle Nueva, seguramente para dar su bendición a algún enfermo que no pudo salir a verle.