Analizar el Carnaval en Antequera siempre es complejo, porque si bien hay elementos que demuestran que se vivió en profundidad en algunos años, la situación política y sus entresijos, terminaron por marcar estas fiestas hasta su anulación por completo en algunos años. Ahora, hemos logrado recuperar esta cita con Don Carnal, pero hasta llegar aquí, repasemos precisamente cómo se vivió en nuestra ciudad en los años 1925, 1950, 1975 y 2000.
Hace cien años el Carnaval se vivía con respeto y precaución, como señalan nuestras centenarias páginas. 1925 seguía teniendo la prohibición de llevar máscara por la calle por la noche para evitar problemas y escándalos que se habían producido años antes, y así no encontrarse con bromas pesadas y de mal gusto.
Nuestra edición del 22 de febrero de dicho año refleja un flojo Carnaval donde ya se preveían que saldrían a la calle pocas murgas y agrupaciones. Los bailes se centraban como era habitual en el Círculo Recreativo, punto social para los ciudadanos en aquella época, y también, llegó ese año la iniciativa privada de algunos para crear bailes en otros rincones: “Un grupo de distinguidos jóvenes han solicitado y obtenido del presidente de la Liga Industrial permiso para dar bailes durante estos días en dicho local, aunque desde luego es bastante reducido para ese objeto, y también se nos dice que hay propósito de celebrar otro en los salones de la Plaza de Toros”.
Los giros de la historia, de nuevo ahora, cien años después, el Carnaval también estará en los alrededores de la Plaza de Toros de una forma distinta y ante la ausencia de lugares adecuados para ello. Pero eso, sí que es otra historia.
Volvemos a 1925 y leemos que el Carnaval no se vivió como años anteriores, que sí hubo presencia de agrupaciones “comparsas, un par y malas. Máscaras, escasísimas, y los consabidos mamarrachos…”, así calificaba Muñoz Burgos la fiesta, firmando el artículo con su seudónimo, Munio. Y añade que se cumplió demasiado a rajatabla el quitar la máscara a aquel que la llevaba tapada de noche, concurriendo en algunos errores y escándalos.
El Carnaval se vivía con desfile de vehículos con las personas enmascaradas subidos a los mismos para mostrar la alegría y desenfreno, pero fueron “media docena de autos” los que desfilaron, cuando en Antequera ya se contaban “doscientos”. Bailes fueron pocos y sin mucho brillo. Sí se prodigaban las fiestas hasta el llamado “Domingo de Piñata” que es ya el primer domingo de Cuaresma. Para esa fecha, el 1 de marzo, se tenían fiesta y baile con máscaras, pero hubo un invitado sorpresa en Antequera, una nevada que duró desde “primera hora de la tarde hasta la noche con lo que se frustraron los propósitos de divertirse que tenían algunos para desquitarse de la insulsez del Carnaval”.
Años sin pena ni gloria y la llegada del nuevo siglo
Llegan años en los que el Carnaval en Antequera estuvo ausente y la razón se encuentra en la prohibición para celebrar estas fiestas desde el 3 de febrero de 1937 en plena Guerra Civil. Esta restricción se extendió hasta 1977, siendo ya para 1978 cuando se fueron recuperando esas fiestas poco a poco con libertad y sin miedo a ser encarcelados en nuestro país.
Nuestro periódico hace 75 años, en 1950, publica aquella orden que prohibía su celebración: “Se hace saber al público en general, que subsiste la prohibición del Carnaval, y por lo tanto no se permitirá el uso de disfraces ni caretas. Los contraventores de esta disposición serán puestos a disposición de la autoridad gubernativa”. Este anuncio se refrendó con el de la semana siguiente, en la edición del 26 de febrero, añadiendo “serán detenidos e ingresados en la cárcel, a disposición de la autoridad gubernativa. Para dar cumplimiento a lo dispuesto, por dicha Comisaría se ha montado un servicio especial para que a rajatabla sean perseguidos los infractores”.
Hace 50 años, en 1975, no aparecen en nuestras páginas referencias algunas al Carnaval, y es que se llevaban casi cuarenta años sin celebrarse, interiorizando en la sociedad esa premisa de temor, miedo y desconocimiento de dichas fiestas.
Por suerte para los amantes de estas fiestas, entre los que me incluyo, llegamos a hace 25 años, al año 2000 con la entrada en el nuevo siglo. Es una Antequera cambiada totalmente a pasos agigantados gracias a la Democracia y sus giros de guión en la nuestra historia. A finales de los 70 se fue incorporando de nuevo el Carnaval, con más auge en los 80 y 90. Por múltiples rincones de la ciudad se han ido celebrando las fiestas, y aquel año no iba a ser menos.
Comenzaron las fiestas el viernes 26 de febrero con las Lecturas Carnavalescas que corrieron a cargo de Juan Benítez, Juan Campos y Juan Segundo Díaz, celebradas en el Archivo Histórico, una cita que merecería la pena realizar de nuevo. El viernes 3 de marzo se realizó el Concurso de Agrupaciones en el salón de actos del Instituto Pedro Espinosa –cuando las instituciones quieren, se puede…– con sólo tres conjuntos participantes, uno de Villanueva de la Concepción, “Soplagaitas” que se llevaron el primer premio de 100.000 pesetas; el segundo fue para “Música en el cielo” del grupo rociero Santa María La Mayor con un premio de 65.000 euros y el tercer premio, de la misma cantidad, para la Asociación de Vecinos de San Miguel con “Cubanos Tocones”. Todos trataron temas de actualidad local, aunque el más y repetido fue la celebración de las migas de récord Guinnes de la Navidad anterior que, precisamente, se quedaron sin récord.
El gran carrusel, concurso de disfraces, procesión y entierro del Mollete fue el sábado 4 de marzo, siendo la calle Calzada el centro neurálgico de la fiesta. El Carrusel contó con buena participación y había gente, pero ya saben que a muchos les gusta más ver, que participar. Hubo fiesta y música, disfraces y tras la quema del mollete sobre las 2 de la madrugada, escenificados como Tello y Tagzona en la Peña de los Enamorados, “se ofrecieron molletes y cafés gratis”.