Hoy les contamos la historia de Miguel Golfín Pérez, de 84 años, un apasionado del mundo del automóvil y la mecánica que ha trabajado más de 50 años en su taller de calle del Plato, donde no se le resistía el arreglo de ningún vehículo, y que ahora dedica sus horas a restaurar su antiguo Whippet, al que no le falta mimo y que quiere reconstruir como recién salido de fábrica.
Miguel, nos detalla cómo adquirió este coche, hace ahora más de 50 años: “Yo compré un Whippet cerrado de cuatro puertas que me costó 60.000 pesetas y éste costó 80.000 y se lo cambié a mi amigo Morales. Cuando los compramos, estaban en un caserón viejo y se había caído parte del techo y estaban enterrados en escombro”.
Pese a que su objetivo era restaurarlo lo antes posible, lo tuvo que tener “en el taller, deshuesado, y casi enterrado en hierros allí”, ya que el trabajo era lo primero y apenas tenía tiempo para invertir en esta joya automovilística.
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Reparación y de motor y casi ‘pieza a pieza’
Debido a las malas condiciones en la que lo adquirió, ha tenido que reconstruirlo casi como un puzzle y una de las primeras cosas que hizo fue el motor: “Antes de quitar el taller, reparé el motor, que lo lleva todo nuevo: rectificado, cilindros, pistones… todo nuevo”. Lo característico de este coche es que toda la carrocería e interior lo lleva de madera, por eso, desde hace tiempo cuenta con la ayuda de José Jiménez, Pepe, un carpintero que también mira con mucho mimo esta obra de arte, porque hay que llamarlo así, que está reconstruyendo Miguel.
Pepe, que conoce de primera mano la laboriosidad de la madera, nos cuenta cada detalle de este automóvil histórico, de las primeras décadas del siglo XX: “De madera tiene todo el chasis, que es de madera de álamo negro, una madera bastante dura a la que no le entra fácilmente la polilla”. Igualmente, detalla, “tiene todas las puertas de madera. Todo el respaldo es de haya y en pino. La capota, que también es de madera, es de cerezo y su mayor parte tiene más de 90 años. También los radios de las ruedas, de roble americano”, donde Miguel apunta que “también reconstruidos”.
Fiel al modelo de automóvil original
El empeño de Miguel por conseguir cada pieza original hace que su trabajo sea muy laborioso: “Esto lo tengo yo conservado como oro en paño. Por ejemplo, para encontrar un cristal que me faltaba, que lo tenía roto, y creo que vino de Inglaterra. También tuve que fabricar por dentro toda la bomba de agua. Todo el mecanismo que lleva en su interior, tuercas. Los tubos también son nuevos. Casi no hay piezas que no haya tenido que reconstruir”.
Un trabajo que lleva mucho tiempo, y también dinero invertido, porque Miguel no se resigna a ver su coche Whipper como otro con piezas adquiridas posteriormente. Él quiere ver su coche como recién salido de fábrica, por ello también ha recibido piezas de Alemania: “La idea es restaurarlo para que quede exactamente igual todo, por eso me rompí la cabeza reparando la nodriza, las mazas, la tornillería”.
Su ilusión, su trabajo y su constancia darán sus frutos y desde estas páginas, estén seguros, les mostraremos el resultado final de un trabajo minucioso, de un artista del automóvil, Miguel.
Más información, edición impresa sábado 11 de marzo de 2017 (pinche aquí y conozca dónde puede adquirir el ejemplar) o suscríbase y recíbalo en casa o en su ordenador, antes que nadie (suscripción).