En silencio, sin molestar, se nos fue este jueves 13 de febrero a los 75 años, doña Josefa González Carneros, Pepa, viuda que fue de nuestro recordado Juan Galán Navarro, quien formó parte de la antigua imprenta de este periódico.
Ahora que se acerca la Semana Santa, se empezarán a venerar las diferentes advocaciones de la Virgen. Y nos preguntaremos, ¿qué rostro tuvo que tener María? Seguro que Silvia y María José, lo tienen claro. María tuvo que ser como su madre Pepa. Una mujer que a pesar de las adversidades de la vida cuando hace 35 años se quedó sola con sus dos hijas pequeñas, supo sacar para adelante su casa, sin protestar, poniendo buena cara a los despropósitos de la vida y teniendo en sus hijas, la fuerza de voluntad para que siguiera saliendo el sol.
Las pequeñas fueron creciendo y ellas comprobaban el cariño de sus vecinos, de las gentes de los barrios, al preguntar siempre por su madre. Se casaron y les dieron el mejor regalo: los nietos. Ahí llegaron: Blanca, Silvia, Federico y María. A las tres mujeres de la casa, se les unían tres niñas más y un varón.
Supieron avivar la llama del amor de la familia y cuando ella, Pepa de Galán, fue padeciendo el paso de los años, ellas, sus hijas, hicieron lo que haría una madre: dejarlo todo para estar junto a ella para intentar responderle con el inigualable amor como ella les dio desde que nacieron.
Muchas veces a un hijo le buscan parecidos con sus padres. Al ver a sus hijas en estos duros momentos de despedida, vimos en ellas el rostro de su madre, el de Pepa, de Pepita… ¡Qué grande es el amor a una madre! Ya no la verán, pero empezarán a sentirla como ese ángel de la guarda que se une a su padre. Desde aquí, nuestro pesar a su familia, en especial a María José y Federico por la amistad que nos une.