El domingo por la mañana recibíamos la triste noticia del fallecimiento de don José Ramos Espinosa, centenario antequerano vinculado toda su vida al Señor del Rescate, del que fue su hermano mayor de insignia y devoto hasta su último suspiro.
Hace un año, estuvimos en su cumpleaños número 100, donde junto a su familia y amigos más próximos, celebraba en Mar de Gloria su fiesta, instantes antes que su Señor fuera entronizado en La Trinidad. En un mundo donde ya todo se sabe y comparte en móviles, quedan los recuerdos como verle delante del Señor cada Martes Santo, con su mirada seria, voz firme y campana propia, que sólo aguardan en nuestros corazones.
Mucho se habla del estilo antequerano, del que se presume de palios, imágenes, coronas y bordados. Pero poco de las personas que abrieron el camino, que supieron abrir las devociones a las calles, a las familias de devotos y hermanacos, como lo hizo él. Primero junto a su recordada esposa, doña Isabela Pérez Avilés, luego junto a sus hijos y nietos.
Pasar por calle Merecillas es oler a canela y a los Ramos-Pérez, como seguirá pasando.
Un domingo 12 de enero de 2025 subía al encuentro con su mujer y su Señor. Pesar de las personas que le acompañaron en el velatorio y en la despedida en La Trinidad, donde la cofradía tuvo el detalle de bajar expresamente al Señor del Rescate para que se despidiera de su cuerpo ya sin vida.
Que el recuerdo de Pepe Ramos siga presente en las vidas de quienes recuerdan en sepia los primeros años del Rescate y desde allí, dé fuerzas a su hijo Guillermo para que siga siendo voz de la devoción de un pueblo al Señor de La Trinidad de Antequera.
