Este miércoles 29 de junio, Antequera recibía la triste noticia del fallecimiento de don Vicente Burgos Ligero, artesano de la carpintería metálica y fontanería, que marcó una época junto a tu tío “Frasquito”, legado que ahora recoge su hijo, también llamado Vicente.
Nos deja con 80 años, profesional del gremio, pero sobre todo gran marido de su esposa, María del Carmen Álvarez García, con quien tuvo la fortuna de sentir el amor de sus hijos: Mariola, Sofía y Vicente; y ferviente abuelo de su nietos. Tras toda una vida dedicada a su profesión, sus paseos por Antequera y estar con su familia eran su día a día y su pasión desde que dejó el trabajo y hasta que llegaron sus últimos días.
La Parroquia de San Sebastián le despidió este jueves 30, rodeado de sus familiares y grandes amigos que cuajó en vida, en cuya iglesia tanto ayudó a la labor litúrgica y devoto que era del Señor de Antequera en su Mayor Dolor, a cuya cofradía siempre ayudaba en lo que podía en el día a día o de cara a la procesión: que si los cirios, que si el trono, que si el nuevo elemento decorativo.
Vicente y su tío Frasquito mantuvieron el arte de la carpintería metálica hecha arte, con los faroles típicos antequeranos que hoy mantienen los hermanos Ruiz de la Linde. Son muchas las casas, incluso cofradías, que guardan sus trabajos que forman parte del que podríamos también denominar estilo antequerano. Cuando se jubiló, recuperó el tiempo para elaborar de nuevo esos faroles con cristales, estaño y acero, que mantenía en casa o regalaba a amistades cercanas.
Persona atenta siempre que alguien necesitaba un arreglo en casa por temas de agua, calefacción o esa forja en ventanas, tejados, cocinas… No tenía hora, eran esos tiempos donde si en casa se presentaba un problema de fontanería, se llamaba a Vicente Burgos y acudía lo más rápido que podía; como con Enrique Torres de Sevillana. La Antequera de los vecinos siempre dispuestos a que la ciudad funcionara cuando no existía Internet, ni contestadores automáticos ni aplicaciones para pedir ayuda.
Vicente se mostraba orgulloso de su familia, de su empresa, donde comenzó a enseñar a su hijo que hoy está al frente del negocio familiar en calle del Barrero. Su pérdida ha sido muy sentida por su gente y por tantos y tantos amigos que tenía. Ya no le veremos pasear por el centro de la ciudad, darse una vuelta por el negocio a ver si necesitaban algo.
Desde aquí, nuestro pesar a su familia y el recuerdo para un referente de los oficios artesanales que formaban esos gremios que dan sentido a las calles y barrios de una ciudad tan rica en patrimonio, en historia y en su gente, como el caso de don Vicente Burgos Ligero.