Este martes 14 nos dejaba don Antonio Alcalá Barranco, conocido antequerano por su trabajo de Arquitectura y Urbanismo, por su familia, por la música, por su Socorrilla, pero sobre todo por su forma de vivir, de ser, atento, un ejemplo de cómo ser y pasar por la vida.
Se nos fue mucho antes de lo que la vida le tenía que haber dejado estar con nosotros. No nos creíamos que había pasado. Lo sabía, pero lo guardó en la intimidad. Porque siempre ha querido estar, pero pasar desapercibido. Pero su muerte no pasó desapercibida porque se le quería. Y así lo sintieron los suyos. Lo vivido en su iglesia de Jesús fue una espina en ese calvario que vivimos al sufrir situaciones como las que se vivió con él en su adiós.
Con 62 años deja su tierra y en ella a quienes lo quisieron como nadie. Su esposa, Carmen; sus hijos, Antonio y Almudena; sus amigos. Hay un pesar generalizado, pero serán ellos quienes lo tengan en falta desde ahora y quienes lo busquen y encuentren en sus recuerdos.
Servicial en su labor en el estudio de Arquitectura, le encantaba pasear por las calles de esta tierra. Como la música, su batería, con esas baquetas que mostraban su ritmo. ¡Seguro que ya estará enseñando su ritmo allá en el Cielo! Y en el mundo cofrade, hermano del Socorro, orgulloso hermanaco de la Virgen, de la Madre de Dios, de la Socorrilla. Pero hermanaco junto a su hijo, como recuerda la Cofradía en la fotografía con la que anunciaba su fallecimiento. ¡Qué vivencias habrán compartido ambos! ¡No las olvidéis y mantenerlas!
Que la Virgen ayude a su familia a superar su pérdida. Que su recuerdo siga presente siempre que caminen por las calles. Que este pesar sea como una “vega” en la que al final, por mucho que cueste, estará el reencuentro, la nueva vida. Él ya ha podido comprobar cuál es el rostro verdadero de la Virgen. Que ayude a los suyos a superar su pérdida. Está ya presente en sus corazones porque su recuerdo siempre estará entre nosotros.