martes 23 diciembre 2025
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La Policía Municipal de Antequera despide a su sargento, Miguel Arrabal Pérez

Cuando pasan los años, nos quedamos con recuerdos y entre ellos, el de la ciudad donde crecemos. Hay personajes que por su forma de ser y de cumplir su deber, se hacen imborrables. No estarían en las primeras filas protocolarias ni de cargos, pero al final son las que solucionan los problemas más comunes, los diarios, los que hacen vivir a una ciudad. Uno de ellos es el que fuera sargento de la Policía Municipal, Miguel Arrabal Pérez, que nos dejó el pasado viernes 28 de noviembre a los 87 años de edad en Antequera.

Fuimos compañero de su hijo Miguel Ángel y cuando coincidíamos en el colegio o en un acto de la ciudad, su presencia imponía por el orgullo con el que portaba su uniforme, su saludo marcial, pero tras él, había una persona respetuosa y respetada. Un padre de familia que nació en la Guerra y vivió la Transición con todos los problemas que conllevó. Pero fue siempre ejemplo del buen hacer, de la profesionalidad del cuerpo y de la labor de un padre. Tuvo que emigrar a Suiza como tantas familias en esa época. Se casó con Josefa Carmona Reina con la que empezó a crecer la familia: primero fue Maripepi, luego Miguel Ángel y por último Pilar.

En su regreso a España, conoció la convocatoria de una plaza de guardia donde, tras más de 25 años de profesión, llegó a ser sargento del cuerpo, “con varios reconocimientos y muy querido tanto por sus compañeros como por cualquier persona que haya tenido alguna necesidad y a la que siempre ha prestado su ayuda. Como decía él: Si está en mi mano, cuenta con ello”, nos comparte su familia.

“Vivió y supo vivir, con unas ganas que pocas personas he conocido, junto a su amada esposa Josefa Carmona Reina, y siendo siempre, como no me cansaré de repetir nunca, querido por todos los que tuvieron la suerte de cruzarse en su camino, como yo mismo. Miguel, gracias por todo. Mejor persona que has sido tú la habrá, pero seguramente no en este mundo. Te recordaremos siempre; las personas que son recordadas nunca mueren, siempre están presentes”, termina manifestándonos la familia.

Miguel Arrabal Pérez fue esposo, padre, abuelo, compañero y amigo además de policía municipal, porque así es como se llamaban en su época. Nació en el Valle de Abdalajís donde le conocían como “El Pollo Miguel”, desarrollando el servicio militar en el Sáhara donde se le dio por perdido, pero pudo salir del desierto y regresar a España. Fue peluquero, ayudante de cocina y como albañil se trasladó a Lausana, en Suiza, para buscar cómo mantener su familia.

Pero Antequera era su destino y allí se hizo respetar y querer por su forma de trabajar y cuidad al ciudadano. Orgulloso padre de sus hijos y personaje de la Antequera del sepia que nos va abandonando poco a poco. Sus hijos, sus nietos, deben estar orgullosos de lo que aportó a su tierra y al cuerpo. Se nos va con la medalla de una vida de trabajo, dedicación y esfuerzo. ¡Hasta siempre!

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