Siempre deseas empezar bien el año y en esos inicios, cuando se presentan las adversidades te replanteas todos esos mensajes de prosperidad. Uno de esos obstáculos son cuando conoces la partida de personas y entre ellas a alguien que no te esperas por su fuerza, por su garra y por su edad.
Es lo que nos pasó el 4 de enero cuando recibimos la triste noticia del fallecimiento con 51 años, de Margarita Conde Lara. Una mujer que destacó por estar entre los vecinos de los barrios y de los colectivos, dando voz a las personas mayores, a los desfavorecidos, defendiendo los ideales y la identidad de quienes necesitan ser escuchados. Fue quien promovió los huertos sociales y tantas iniciativas por el bien común.
Margarita era una mujer que no se callaba, que aprovechaba sus virtudes para pelear por las injusticias de la vida. Una mujer que hacía tu causa como suya: “Las prioridades para mejorar deben ser las personas”, nos decía en una entrevista. Alguien que fue por delante en la vida, como cuando sabía que llegaba su final y fue llamando a diferentes personas para que siguieran con la causa y no se perdiera lo conseguido.
Cuando leímos de ella: “Un beso al cielo, para todos los seres queridos que no estarán en Navidad”, comprendemos hoy que era una despedida pública. Seguramente se haya ido tan temprano para ver si arregla allá arriba, lo que aquí abajo no se consigue. Porque su caso es otro de los que pide la unión para estudiar, prevenir, investigar y actuar ante esas enfermedades que deshojan las ‘margaritas’ de la vida que no tendrían que marchitarse antes de tiempo.
