La vida te cambia de un día para otro. No hay nadie que esté preparado para perder a un ser querido, y más si se van dos en tan poco espacio de tiempo. Quizá es la inercia de no poder estar separados tras una vida entera juntos. Hoy es Carmen y Paco, mañana será otra pareja que nació para vivir juntos. Y eso que al principio puede que se hiciera rogar uno de los dos.
Todo empezó en una feria, aquellas en las que llovía y Carmen Sotomayor Mejías tenía su paraguas y el recordado Francisco Guerrero Siles sintió cómo el corazón le empujó a cobijarse con ella y descubrir que ya no se volvería a separar. Pero tras toda una vida dedicados el uno al otro, 52 años casados tras su noviazgo, él partió antes y en apenas unos meses, el pasado 6 de noviembre, con tan sólo 78 años, ella, pese al dolor de dejar a sus hijos y nietos en la tierra. Se quedó sin fuerzas y tras soportar problemas de salud, no pudo más e hizo llorar de nuevo a su Carmen, a Rocío y al pequeño Antonio David.
Carmen, esa joven que trabajó en la recordada fábrica de Dólar que tanto empleo y personas tuvo contratadas, marcando una época, conoció a su Paco y empezaron a unir sus vidas. Se casaron, tuvieron tres hijos y tenían gran pasión por Antequera y sus tradiciones. Sus hijos temían a su madre en una procesión porque ella buscaba el mejor sitio, el lugar más complicado, pero sabía dónde colocarse y llevarse a sus pequeños para que lo vieran lo mejor posible. Hoy, ellos, con sus hijos, con los nietos, comprenden y sienten ese empeño en estar siempre con ellos.
La pérdida a final de febrero pasado de Paco, relacionado siempre con la maquinaria agrícola y el fútbol, dejó a la familia vacía, pero sabían que les tocaba animar a su madre. Ella lo intentó, pero la salud no le acompañó y días pasados se fue. Allá arriba, le esperaba un apuesto caballero, con paraguas en mano, para ser él el que esta vez resguardara a Carmen de la que estaba cayendo. Saben que dejan doloridos a sus hijos, a sus nietos, a su familia, pero la fecha estaba para ellos y, tras nueve meses separados, vuelven a estar juntos como casi en toda su vida, ahora hasta la eternidad.
Es duro para los suyos lo que este año 2025 les ha quitado, muy duro es perder a tus padres y más tan seguido. Les quedará recordar sus paseos por Antequera, sus escapadas a Málaga, sus viajes a Madrid para ver a la familia… pero ahora les toca ser ángeles de la guarda de los suyos. No los verán, pero los sentirán, con más fuerza porque ahora tienen sus invencibles almas juntas, pero sin el pesar de los años y las enfermedades. Estamos ante una Navidad donde sus hijos no podrán abrazar a sus padres, estar con ellos, escuchar sus historias y recibir su beso… pero seguro que encontrarán un detalle, un gesto, un sitio, un momento, donde los sentirán como siempre, pero con ojos distintos. De ahí que haya que aprovechar cada momento de nuestra vida porque como dice el villancico: “La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va. Y nosotros nos iremos, y no volveremos más”.





