Dentro del conjunto de maravillas que atesora España, entre ellas han de figurar, por méritos propios, Los Dólmenes de Antequera, reconocidos en 2016 por la UNESCO como Patrimonio Mundial de la Humanidad. Desde 1982, y a instancias del propio director general de la Unesco Amadou Mathar M´Bow, Antequera soñaba con ello y se consiguió en 2016 con el fundamento científico de Michael Hoskin que demostró que se orientaron a la Peña de los Enamorados y El Torcal de Antequera, algo único en el mundo megalítico.
Si partimos de la base de que en España es frecuente encontrarse con restos arqueológicos dispersos, le invitamos a que conozca Los Dólmenes de Antequera y verá que no hay ningunos tan bien conservados, tan cuidados y perfectos como éstos que evidencian el esfuerzo que se lleva a cabo en los últimos años, así como los avances en sus investigaciones a cargo de prestigiosos catedráticos y especialistas.
Al visitar el recinto de vez en cuando, comprendemos que se está haciendo algo grande; que si fueron jalones en la historia de las investigaciones los trabajos de Mitjana en los años 30 del siglo XIX y en los 40 del XX los de Giménez Reyna, sumamente importantes, por razones obvias como los nuevos avances técnicos, son los que se llevan a cabo ahora mismo por los eruditos antes mencionados.
Cómo se hicieron Los Dólmenes. Menga despertó desde el tiempo de los romanos, lo de la Edad Media, los de las visitas de Doré y otros viajeros, que se encontraron con ella y las ya citadas de Mitjana, para quien se trataba de un templo “druida” de una fantástica civilización que se aposentó en Andalucía… Lo que sí aseguramos es que el hombre primitivo, queriéndolo o sin quererlo, nos dejó una serie de mensajes, de testigos para la posteridad que ahora nos ayudan a conocer más y mejor cuál fue nuestro pasado, de dónde parte la importancia de Antequera.
Contemplando Los Dólmenes de Antequera, y teniendo en cuenta que tienen casi 5.000 años de antigüedad, lo primero que uno se pregunta es cómo lo hicieron. Se explica adecuadamente, con proyecciones espectaculares, imágenes y maquetas. Sí podemos adelantar, que los “megalitos” o grandes piedras con que se formaron, proceden de una cantera situada a un kilómetro aproximadamente de Menga.
En esa cantera de arenisca, el hombre primitivo aprovechaba hendiduras para clavar en la roca estacas de madera seca que, hinchadas por el agua, provocaban grietas aún mayores hasta producir el desgaje de cada gran piedra que, tras ser toscamente pulimentada, era llevada al lugar elegido cuidadosamente, alineado a la Peña de Los Enamorados, otra maravilla natural antequerana que le sorprenderá, lo que lo ha convertido en el valor excepcional mundial.
Tras colocarla encima de troncos arrastrados por una multitud de hombres, hasta situarlos al pie de las hendiduras abiertas en el suelo sobre los que volcaba cada gran piedra. Una vez dispuestos –se dice pronto, pero pensemos un poco en el esfuerzo que supondría mover bloques de hasta 180 toneladas-–, se cubrían todas las grandes piedras laterales con un montículo artificial de tierra, para colocar las piedras que sirven de “techo”. Una vez descansaban éstas, con precisión asombrosa, sobre las laterales, se procedía a vaciar el interior, quedando formado el dolmen. Finalmente se cubría con un montículo de tierra.
Si esta asombrosa técnica, que revela un avance en la arquitectura y tecnología prehistóricas sin precedentes en Occidente, es aplicable a Menga y Viera, en el Dolmen del Romeral, algo más reciente, se encuentra el visitante con algo asombroso: la primera cúpula –en realidad “falsa cúpula”– conocida en Europa.
El responsable de la UNESCO, Amadou Mathar M`Bow, lloró literalmente de emoción al comprobar en él “que el hombre primitivo andaluz, además de buscar lo práctico, empieza a buscar la belleza”, coincidiendo con quienes habían calificado este dolmen con algo comparable al Tesoro de Atreo en Micenas, llamándolo Partenón de la Antigüedad.
En el Dolmen de El Romeral, colocadas las piedras laterales, la gran nave central se cubre con una bóveda semiesférica, colocando capas circulares de piedras, que iban disminuyendo su diámetro a medida que crecía la cúpula creada por el hombre.
Hoy ya se puede contemplar el inicio del mayor Centro de la Prehistoria de Andalucía, con el proyecto de grandes espacios museísticos, aulas formativas, salas de proyecciones y reuniones, para visitar y comprender o conocer, su importancia exacta, la Prehistoria de Antequera, prevista su finalización para el 2019. Una de las piezas más relevantes de este museo será la Venus del Torcal, estudiada por el profesor Dimas Martín, perteneciente a la Universidad de La Laguna. Se encontró esta figura en la Cueva del Toro, situada en El Torcal de Antequera. Data del VI milenio antes de Cristo, “una pieza que tiene carácter religioso, ideológico, pero transportable, que es lo que corresponde a una sociedad ganadera como es la que habita en El Torcal”.
Venus “porque de acuerdo a su estructura se asocia con el modelo, a las características del modelo de representación femenina en otros ámbitos”. Y su relación a la figura del Tornillo: “Porque tiene toda una serie de entrantes y salientes, de irregularidades, marcando pequeños elementos de flotación que en este caso se ha asociado básicamente con “El Tornillo”.
Para terminar, apuntar que hay ya actividades con talleres prehistóricos para colegios y actividades astronómicas o poder presenciar el solsticio y comprobar cómo los primeros rayos entran dentro de los monumentos megalíticos, así como la experiencia “Luz de Luna” en la noches de verano. Sin duda, el hombre dejó huella en Antequera, nada más empezar las civilizaciones y hoy reciben el homenaje al ser Patrimonio Mundial.