En uno de los días más felices de una pareja, está el de su boda, en el que el sacerdote dice “hasta que la muerte os separe”. Antequera, entre el 5 y el 6 de enero, vivió el capítulo final en la tierra de una historia de amor de dos queridos paisanos, Francisco Molina Pérez y Encarnación González Ruz fallecían: él, primero el día 5; y ella, después, el día 6.
Como se consolaba uno de sus hijos al recibir el pésame en las puertas de la iglesia de San Sebastián: “Hasta en la hora de morir se han puesto de acuerdo y se han ido juntos”. Mientras que Antequera se vestía de gala para recibir a Sus Majestades los Reyes, la ciudad recibía la triste noticia de la pérdida de Francisco Molina Pérez, tras 86 años de entrega a su tierra, a su familia, a su Mayor Dolor y al mundo del Cine y del Teatro.
Dolor entre la familia, donde sus hijos, Sebastián, José Antonio, Francisco Javier e Ignacio, recibían las condolencias y testimonios numerosos de amor, temiendo por la salud de su madre, quien al día siguiente, el 6 de enero, le acompañaba en su nueva vida celestial.
Oración ante los dos féretros, juntos ante el Altar Mayor de San Sebastián, en la mañana del Día de Reyes, donde la plaza de San Sebastián enmudecía ante la triste noticia y casualidad de fallecer un matrimonio en apenas 24 horas, que volvían a entrar y salir juntos de una iglesia, pero esta vez por su entierro.
El Teatro y Cine Torcal apagan las luces
En un mundo cada vez más globalizado, faltan personajes románticos que tengan pasión por su vida y trabajo. Uno de estos ejemplos era sin duda Francisco Molina Pérez. Su nombre formará parte siempre del recuerdo de la época dorada del Teatro y el Cine en Antequera.
Desde el añorado Salón Rodas, hasta el modélico Teatro-Cine Torcal, pasando por el Cine San Pedro o la Plaza de Toros, donde creó las mágicas noches de cine de verano, lo dio todo por el Cine.
Hoy, nos basta con un móvil para ver una película recién estrenada, pero antes era mucho más complicado. Se precisaba de alguien que peleara por traer las mejores películas a su tierra pata estrenarla. Buscar las mejores salas para disfrutar del séptimo arte, o los cómodos y óptimos lugares para vencer el frío y el calor.
Hoy, siguen las mismas inquietudes: se desea ver cine todo el año; pero faltan empresarios como fue Molina, quien con el siempre apoyo de su esposa Encarnación, buscaba cómo tener a Antequera codeándose para tener los mejores estrenos en cartelera… mientras criaban a sus hijos.
Tanta buena gente hay ya en el Cielo de Antequera, que precisaban de alguien que proyectara la historia de sus vidas, y ahí fue llamado el bueno de Francisco, que puso como condición, que le acompañara su mujer…
Desde estas líneas, nuestro pésame a la familia, a la ciudad por perder a un conocido y querido matrimonio que pone “Fin” al largometraje de su vida terrenal.
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