viernes 22 noviembre 2024
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El bombero José Gil da su vida por rescatar a una familia atrapada por la tromba de agua

José Javier Gil Gutiérrez, bombero del Parque de Bomberos de Antequera, murió en la madrugada del sábado 20 al domingo 21 de octubre, en la noche en la que una tromba de agua azotó la Comarca de Antequera. Salió con su equipo a socorrer a una familia que se encontraba en peligro en la carretera entre Campillos y Sierra de Yeguas.

 
Pero una corriente de agua le pilló por sorpresa y le arrastró. Se perdió su pista hasta que fue encontrado lamentablemente sin vida, en la mañana del domingo en la zona del arroyo “El Hoyero”, muy próximo al Parque de Bomberos, a unos seis kilómetros donde se le perdió el rastro. 

 
Ante la madrugada fatídica por el temporal

 
Como un día más de trabajo, se fue de su casa en la Plaza del Espíritu Santo (vivía encima de sus padres, Daniel y Rosario). Era el sábado 20 de octubre y antes de las 9 de la mañana, llegaba al Parque de Bomberos y como todos los días, “nos contaba lo feliz que era con su esposa”, Trinidad Antúnez Pérez y lo “afortunado que era por tener a sus hijos”, José y Nuria. Un hogar que siempre tenía las puertas abiertas para quien quisiera, donde entre otros detalles, mostraba su peculiar colección de camiones de bomberos.

 
A pesar de tener la placa número 1, “su veteranía no la aprovechaba, no hacía gala de ella, era el primero que se ofrecía para hacer lo que hiciera falta”, comparten compañeros suyos, como todo lo entrecomillado en estas páginas. Hasta dejaba su taquilla abierta por si “alguien necesitaba un jersey, las llaves de su coche o su linterna. Era un ejemplo para nosotros”.

 
La llamada de emergencia

Llegaba la noche y vino su primer servicio, un incendio en una vivienda en Humilladero donde acudieron y sofocaron las llamas, regresando al Parque. Sabía que se presentaba intensa la noche, “pero él, como siempre, no le importó preparar la cena y dejar las camas preparadas para lo que se pudiera descansar”. 

 
Nueva llamada pasadas las 22,15 horas: una familia con dos coches se encontraba atrapada en la carretera entre Sierra de Yeguas y Campillos. Salió al rescate el camión B-15, conduciendo el propio José Gil con dos compañeros más. “Ya sabéis, como siempre, tranquilos y haciendo todo lo que podamos hacer por ellos”, era como su orden de trabajo que repetía una y otra vez que tenían un servicio.

 
Llegaron al lugar con la dificultad de la noche, divisaron a un coche “y él como siempre, salió el primero, bajó y marcó el camino a sus compañeros” para intentar cruzar a pie, pero ante la complejidad, volvieron al interior del vehículo para entrar con él al terreno inundado, y fue cuando “un torrente de agua más intenso todavía nos sorprendió sobre un terreno que suele estar casi siempre sin agua, siendo tan fuerte que hasta arrastró el camión que pesa 14.000 kilos y lo dejó empotrado”.

 
En esos momentos, José Gil “salió el primero por la ventanilla con la valentía para dejar espacio para salir a los otros dos compañeros” para que buscaran el mejor sitio para subirse en la parte superior y agarrarse como pudieran. Pero mientras aguardaba a que salieran de la cabina, José Gil fue empujado por el agua y sus compañeros le intentaron socorrer, pero no pudieron: se lo llevó la tromba de agua.

 
Pidieron auxilio por radio “fueron a su rescate, sabiendo de la dificultad que un compañero había sido arrastrado y dos se agarraban como podían al camión”. Llegaron, pero precisaron más de tres horas para acercarse a ellos por la fuerza del agua.

 
Indescriptible lo que tuvieron que padecer. Una vez rescatados, empezaron la búsqueda sin luz, con la tormenta encima y su hermano Daniel, bombero también que se había desplazado ante el aviso del suceso. Se conocía que había un desaparecido, pero se buscaba con discreción. A las 8 de la mañana, se superaba la alerta roja. 

 
 
 
Con la luz del sol apareció el héroe

Una patrulla de Policía Local y una dotación de Bomberos fueron al rescate de un coche que había en medio de la riada entre el Parque y Bobadilla. “Nos acercamos y llegamos al coche, no había nadie dentro, pero no sabíamos si estaba a salvo, por lo que localizamos por teléfono y nos dijo que estaba bien y que tuvo que dejar el coche allí”.

 
En ese momento, en la lejanía, surgió el reflejo de un reflectante de un traje. Se acercaron y “era él”, el bombero que había dado su vida por salvar a una familia y a sus compañeros. Eran ya más que pasadas las 9 de la mañana y tras la desolación, comunican que “habían encontrado muerto al compañero, a Pepe Gil”. 

 
El fatal desenlace llegó a su casa casi a la hora que tenía que haber vuelto de su turno. “Quien soñó ser mecánico y bombero, vivió con pasión por su familia, sus compañeros y su trabajo” terminaba la vida terrenal que empezó un 28 de agosto de 1971. Y empezaba la celestial que demostraba que para ser héroe, no hay que tener capa, hay que ser solo un apasionado por su vida y trabajo en el que no le importe salvar a los demás, aunque le cueste la suya.

 
A partir de ahí, su muerte pasó a ser noticia de los medios de comunicación con muestras de condolencia. Estas páginas dejan por escrito cómo se convirtió en héroe un padre, un bombero, un antequerano que lo dio todo por los demás. Un orgullo para sus compañeros, pero sobre todo, para su familia.
 
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