viernes 22 noviembre 2024
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Todos somos la ola

Puede que sean nuestros hábitos sociales  dicen, pero parece contar con más veracidad, la afirmación de que el motivo principal es la impericia y los innecesarios enfrentamientos entre quienes están al frente de algunas administraciones competentes en el caso. Ésa es la sensación que se nos está quedando cuando se accede a cualquier medio de comunicación ya que la comparativa de cifras con otros países del primer mundo dejan a España muy mal parada en lo referente a esta epidemia que ha transformado en miedo nuestras costumbres y cercanía. Aquí cada cual rema según le conviene mirando de reojo al palo del otro que por lo general boga en sentido distinto. Heridas mal cerradas en un país que tiene a sus ciudadanos de bien atónitos ante tanto viraje y disputas políticas mientras el malhadado virus va penetrando en una población pendiente de esa vacuna, tan lejana como incierta.

Poca difusión han tenido estos días atrás las inquietantes afirmaciones Christian Drosten, conocido como el “virólogo de la Merkel”cuando exponía que todos somos la ola ya que“la pandemia no ha hecho sino empezar”, que “hay que informar bien a la población pues el daño puede ser aún más grave si los políticos utilizan la pandemia para sus mensajes” o que “en Alemania no se han usado más medios, sino que se ha empezado a actuar y a prevenir mucho antes”. Mientras tanto aquí, con la vuelta al cole, al binomio que componían hasta ahora los sanitarios y los cuerpos y fuerzas de seguridad se le ha sumado en estos días un tercer elemento no menos importante por su enorme y abnegada labor de compromiso social: el colectivo docente. Lamentablemente,ellos llevan como agravante que nunca en su carrera han recibido una capacitación que les hiciera salir de las escuelas universitarias con una formación ahora supuesta y exigida en lo referente a la prevención de los riesgos.

Quién no va a reconocer además la labor encomiable y el compromiso que han asumido los equipos directivos y el profesorado de los distintos centros educativos de nuestra ciudad.Conscientes de que toda precaución es poca a la hora de minimizar cualquier atisbo de presencia del virus en el ámbito escolar, han tenido que poner en marcha, casi a contrarreloj, todas las instrucciones recibidas desde la administración competente y que en muchos casos han llegado demasiado tarde y hasta contradictorias por días. De nada van a servir estas medidas internas si a la salida de los centros se baja la guardia. Ahora, que ya se han producido varios cierres de aulas y por suerte reincorporaciones a las mismas, es fácil imaginar lo que viene a continuación pero con la firme esperanza de que no haya centros que deban ser cerrados por completo. Nuestras escuelas necesitan ser de nuevo espacios de convivencia y cercanía. Ahora a los niños se les está inculcando la idea del “miedo al semejante” y eso nunca acaba bien.

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