El corazón marca el inicio y el final de una vida, el corazón simboliza el amor, y puesto que estamos vivos, ante el Día de los Enamorados sería un buen momento de parar, pensar, sentir y mostrar nuestro cariño a quien tengamos más próximo.
En portada, ofrecemos una fotografía que nos mandan desde la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de nuestro Hospital, donde dos compañeros, con su traje de protección por la pandemia, intentan besarse. “A veces el mejor tratamiento no puede prescribirse, pero siempre tendrás disponible una buena sonrisa, un beso con cariño o un gesto con amor”.
¿Cómo se puede palpar el amor en una zona donde la muerte se asoma en los pacientes?: “Las UCI no eran noticia hasta esta pandemia; pero en ella se viven muchos momentos de amor, de cariño, de agradecimiento. No sabéis lo que es hacer una vídeollamada desde ella, donde el paciente saluda a su familia”.
“El momento más complicado es el de la intubación cuando no hace falta que expliques que se va a quedar dormido… Te mira, te agradece lo que haces por él y… empieza una gran lucha. A veces termina ahí su historia, pero que sepan su familia que no les dejamos solos, que hacemos todo lo que podemos. Pero… ¡muchos lo superan! No hay momento más emocionante que te digan gracias al volver a abrir los ojos en la UCI”.
Son momentos donde esa familia de profesionales son uno, comparten ese amor por su vocación y su responsabilidad, buscando en el amor del compañerismo, la fuerza de voluntad.
Historias de amor en familia
La pandemia nos ha llevado a conocer y hablar más con nuestros vecinos, como el caso de Antonio Ramírez Cobos, con 93 años, que vive junto a su hija María Ramírez Muñoz, profesora que fue del Infante don Fernando.
La vida les dio y les quitó, vivían junto a la madre y otra hermana, pero se quedaron solos, y ella “como hija, no lo dudé y decidí devolverle a mi padre todo lo que me dio junto a mi madre, y aquí estoy a todas horas con él”.
Es un ejemplo de muchos padres que viven con sus hijos en casa, antes o más aún desde que empezó este loco año. “Mi padre ha aprendido a utilizar el ordenador, ha escrito sus memorias y dibuja con la radio de fondo, que es el medio que más escuchamos. En su día decidimos no ver televisión, salvo algunas series como Cuéntame, que le encanta”.
“Mi padre es de Cuevas Bajas, trabajó desde los 8 años en el campo, estuvo con los Muñoz Rojas y se jubiló siendo conserje de la empresa Dólar”.
María lo tiene claro: “Para mí, es el mejor padre del mundo. No hay día que no aprenda algo nuevo de él. Le gusta mucho hablar conmigo, me pregunta cómo estoy y cómo está la calle. Él no sale desde marzo del año pasado; y yo sólo para las compras y lo fundamental. La ventana a la calle es su forma de ver pasar la gente. No se queja, ha pasado mucho y no quiere preocuparme”.
Conversando con María muestra ese amor de los hijos a los padres, devolviéndoles lo que ellos nos dieron a nosotros: la vida, valores, educación y ayudarnos en todo lo que pudieron y siguen haciéndolo, porque los abuelos de hoy, son ejemplo de lucha, de resistir, de amar…
En casa de Irene y Carlos saben y viven lo que es ser una familia. El amor que les llevó a casarse, el amor por su fe, el amor por sus hijos. “En este año hemos experimentado más aún que el amor es pluridireccional, de nosotros a nuestros hijos, entre los hermanos, de los mayores a los pequeños, y de los pequeños a todos”.
Irene expone que no hay mayor momento de amor que “cuando todos rezamos juntos, nos comunicamos, nos formamos, nos preparamos para lo que el día nos traiga”. Amor y salud, en su casa, el pequeño tuvo problemas de salud en el inicio de la pandemia, lo que les llevó a ver el amor de otra manera.
“No todo es COVID, hay muchos problemas de salud, por suerte, aunque lo pasamos muy mal, aquí seguimos juntos. Lo que hay que hacer es aprender a vivir y a vivir como una familia, en nuestro caso con valores cristianos”.
El amor en una residencia
“Existen muchos tipos de amor y después de tanto tiempo vivido, tenemos la suerte de haberlo conocido en muchas de sus formas”, así nos explica el hermano Luis Valero cómo preparan el 14 de Febrero.
Como cada día, comparten su amor en las redes sociales y para este fin de semana preparan una gran fiesta dentro de su casa que la compartirán con los familiares que no podrán estar dentro. “Los residentes quieren celebrar el amor que diariamente les dan los hermanos y trabajadores de la Orden”.
“Os damos las gracias por vuestro trabajo siempre, y en especial en este año tan duro para nosotros, en el que no nos han faltado infinitas muestras de cariño por vuestra parte. ¡Feliz día de San Valentín!”, se aprecia en una de las pancartas que preparan.
En ADIPA, Daniel Olmedo, director del Centro de Día con Terapia Ocupacional, nos explica que “el Día de los Enamorados siempre ha sido un día grande en ADIPA. Pero el amor como amistad, como relación, como cariño entre personas. Nos regalan corazones rojos a todos, no lo circunscriben a la pareja, sino a la persona que tienen cariño. Es… el día del cariño”.
Un año complicado por la pandemia y por los positivos de esta semana que han llevado al cierre de uno de sus centros. “Aunque están en casa, nosotros estamos telefónicamente atendiéndoles por teléfono porque nos necesitan y les necesitamos”.
El cierre lo ven como algo positivo: “Si no se hicieran los controles, se podrían haber contagiado todos; y mirando lo positivo, en estos 28 días, 80 de ellos se van a vacunar y cuando regresen, ya tendrán las dos dosis, uniéndose a los que ya las tienen como son los gravemente afectados”.
Aunque cada día se conoce más la labor de ADIPA: “No paramos de aprender de ellos. Nosotros vemos el amor como algo sentimental a una pareja; ellos lo ven como una forma de vivir, el cariño a quien tienen al lado”.
Ante este 14 de Febrero, tras un año de pandemia, cuando se preocupen por algo que les ocurra, piensen en el amor, en quienes no salen, están aislados, pero saben cómo demostrar el cariño que tienen hoy y todos los días…
