Acabo de enterarme, por simple curiosidad, que las roscas del día de San Blas tenían por finalidad evitar los males de garganta y los ahogos que te podrían sobrevenir por los alimentos durante todo el año. Teníanuna misión curativa. Hasta donde yo recuerdo la rosca de San Blas no ha faltado ningún año en mi mesa, ni en la de misgeneracionesanteriores, pero dudo que alguien conociera el verdadero motivo por el que este día se convertía en un ritual. No se podía despediciar ni una sola migaja al estar bendecida. Se le tenía a este panecillo un respeto tan grande,que a la hora de comprarlo insistíamos hasta saber si había recibido el agua bendita, si es que no habíamos podido asistir a la iglesia personalmente.
Los lazos apenas se ven, han quedado para el recuerdo. Ahora todo es más simple, seguimos con menos roscas en las mesas, en buena parte porque el pan ha dejado de tener un papel protagonista y porque la tradición se va perdiendo entre una juventud muy alejada de todo lo que esté relacionado con la Iglesia.
Algo de cierto deben tener las roscas bendecidas. Conozco una señora a la que regalaron roscas el pasado año, las colocó como es su costumbre en la talega del pan. El azar hizo que aquella misma mañana tuviese que salir de viaje y olvidara las roscas. Después un año, las roscas siguen en el mismo sitio, perfectas, duras, claro está, pero no se han apulgarado nada, mantiene el aspecto del primer día. Ni siquiera se atreve a ponérselas a los pajarillos en las ramas de los árboles. Las mira y las vuelve a colocar con cuidado como si se tratara de una reliquia. Eso lo hacemos también con las palmas y el ramón de olivo, hasta no encontrar un sitio para quemarlo o con los calendarios que muestran fotos de vírgenes o imágenes sagradas.
No se puede saber la vida que le quedará a las roscas, es posible que sea más corta que la que le quede a la cigüeña, mientras se seguirá recordando a este médico y mártir cristiano que fue San Blas.
