La historia está para escribir su día a día y evolucionar, teniendo en cuenta lo bueno del ayer para que no se caiga en lo malo del hoy. Si el Cerro de la Cruz o Santa María fueron puntos de las hoy conocidas estaciones de penitencia, la Semana Santa del siglo XXI está llamada a buscar un punto o entorno, que consideramos podrían ser San Sebastián, al ser la iglesia mayor y colegial de la ciudad, o Madre Carmen, en puertas de ser la primera antequerana santa.
Podrían ser dos puntos referentes, a escoger uno de los dos si no se pueden ambos, por la localización de la iglesia-sede. No es lo mismo tener un templo en plena calle Infante don Fernando, que tenerlo en Jesús, El Carmen, Belén o San Pedro. Que se lo pregunten a los hermanacos y miembros del cuerpo procesional.
Sobre ellos, se pueden buscar calles anchas con espacio para montar tribunas o presidencias, ya sea en tramos de calle Infante don Fernando (¿Comedias puede ser alternativa a los que les venga largo llegar hasta San Luis, o la propia Tercia?) o en plazas como la propia de San Sebastián o en la Carrera de Madre Carmen, que es muy complicado de ver llena por lo amplia que es.
Lo que está claro es que callejear por calles estrechas es un disfrute para los cofrades que buscan sentir las marchas cofrades retumbar en paredes y apreciar mecer los tronos como hacen siempre los Estudiantes y el Consuelo se ha sumado este año, más algunos intentos en partes de recorridos por el resto.
Pero también lo es para ese vecino, que por edad o circunstancias de la vida, no puede salir como antes o no reside en una calle del centro. Ver esos balcones por Toronjo, Comedias, Merecillas o Laguna, dan un mensaje. O qué decir del paso por Tercia y la Residencia del Conde de Pinofiel. ¿Vieron a los abuelos asomados por el balcón a las 1 de la madrugada al paso del Mayor Dolor?
Es algo que se venía clamando desde hace años y que en el regreso de la pandemia se ha hecho más que evidente. No se trata de renunciar a la calle Infante, se trata de adaptar los nuevos recorridos con las singularidades de los barrios de las hermandades.
Si las procesiones tienen como fin evangelizar en la calle, si nos centramos en las mismas vías, ¿cumplimos ese plan? ¿No se merecen otros barrios poder tener alguna visita alguna vez? Capuchinos, La Quinta, los Remedios, Peñuelas, San Juan…
Las cofradías, por medio de la Agrupación, tienen la oportunidad de reconectar con las calles. Hacía años que no se veía tanta gente en la calle. ¡No desaprovechemos la oportunidad!
Estamos seguros que las diferentes juntas directivas analizarán sus recorridos, buscarán cómo adaptarse a los tiempos. Y también sabemos que la Agrupación no será estricta. Estuvimos muchos años sin cumplir el recorrido oficial que era hasta San Sebastián, hasta que se cambió hasta San Agustín. No pasa nada si se deja libertad, con un argumento sólido, para poder optar a otros recorridos.
Al final, si todos los años es lo mismo, ya sabemos lo que pasa: los de aquí se van a otras localidades y los que se quedan y no pueden, se quedan sin acompañarlas.
Por otro lado, nos decían los hermanos mayores de “Abajo” y “Arriba” de lo grandes que son sus tronos y que las calles no están preparadas. ¿Es el tiempo apropiado para pedir al Ayuntamiento que adapte calles? Por ejemplo, Cristo de los Avisos de cara a la canonización de Madre Carmen. Lo que no entendemos es que se haya remodelado Merecillas y no se hayan soterrado sus cables.
Digamos lo que digamos, al final las cofradías son las últimas que tienen la palabra de actuar, pero las calles siempre tienen su potestad de respaldar o no sus decisiones. Estamos ante un presente alentador. ¿Intentamos entre todos sumar y no restar? Suya es la palabra…