Cuando llegaban las fiestas patronales en honor de la Virgen de la Oliva, el mismo nombre se repetía año tras año: Algámitas. Yo era pequeña y pensaba que tenía que ser un importante lugar porque tenía una banda de música que acompañaba a nuestra patrona.
Imaginaba que aquellos músicos vivían en un lugar mágico, extenso, lleno de pequeños riachuelos y espacios abiertos a la naturaleza, donde ensayaban sus composiciones. Un lugar para soñar donde también hablarían de sus amores, como un espacio idílico que no se podría conseguir en cualquier otro lugar.
Leyendo el magnífico artículo de un excelente profesor, don José Antonio Ramos, preguntándose el porqué no hay una banda en Antequera, me viene a la memoria las tardes de domingo que, en mis primeros años, yo pasé en el Paseo Real oyendo la banda municipal. Semana tras semana, y con un polo de chocolate de entretenimiento, aguardábamos mis hermanos y yo, a que nuestro padre siguiera el programa con bastante atención, sabiéndoselo de memoria.
Me cuesta creer que el motivo por el que no tengamos banda en Antequera sea económico, cuando en estos tiempos hay dinero para todo, interés en un importante sector de la población por la música y apoyo institucional a esta maravillosa actividad que llena espacios de ocio y descubre pequeños artistas con gran habilidad y futuro.
Es posible que no haya banda en Antequera por falta de interés, de tiempo o de encontrar un verdadero maestro que se ponga al frente del grupo. Además, ha de competir en tiempo y espacio con otros tipos de música que reclama la sociedad. Crear una banda de música es un arduo trabajo de dedicación y entrega.
¿Y dónde está esa persona que es capaz de dedicar su tiempo e ilusiones? Es una raza a extinguir. Eso lo sabemos bien quienes hemos disfrutando durante años de un artista de las letras que nos ha ensañado a encontrar la música de las palabras. Y el artista es artista para todo, como nuestro querido profesor José Antonio, músico entendido que reclama una banda para nuestra ciudad, que le emociona escuchar los sonidos de los instrumentos, y que cree que el cielo de Antequera es más bello cuando las notas musicales se elevan por los aires.
