sábado 24 mayo 2025
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Francisco Padilla: “Cuando lo llevas a hombros te entra una cosa que no te puedes ir”

Francisco Padilla Burgos nació el 18 de junio de 1960. Hijo de José Padilla y Elena Burgos. Nació en la calle de La Fuente, siendo el más pequeño de cinco hermanos. Estudió hasta el Pedro Espinosa y trabajó desde muy joven, prejubilado en Aguas del Torcal en el Ayuntamiento de su tierra.

Su vida está marcada por la que fue su mujer, Conchita Pérez Arcas, que se nos fue hace seis años. Ella fue quien lo enamoró del Barrio de San Juan y le despertó su devoción al Señor de la Salud y de las Aguas. Se casó en 1987 ante la Virgen del Socorro y tuvieron una hija, Rocío, que le ha dado dos nietos: Hugo e India. Este año dejará su puesto ante el Señor al cumplir en unos días, 65 años.

El próximo sábado 24 de mayo será de nuevo muy especial para él, ya que será la última vez que lo lleve. ¿El motivo? Cumplirá 65 años y a esa edad ya no se permite llevar un trono, hoy en día, con las nuevas normativas de seguros. Se trata de Francisco Padilla Burgos, con quien compartimos una sincera y completa entrevista esta semana.
Es uno de los devotos del barrio, de esos que el Señor es el eje de sus vidas y uno de los “fijos” cuando se le cambia la cruz a la imagen patronal. “Enrique, el carpintero, es el que te dice que tenemos que ayudar y nosotros así lo hacemos para lo que necesite y allí estamos”.

Nació en el Cerro y a los 16 años conoció a Conchi. “Yo tenía 14 años cuando sacaba la Pollinica y estuve cinco años llevándola, hasta que tuve un accidente y me pillé los dedos al poner las manos bajo las andas y dejé de sacarlo”. Y de la Pollinica al Señor: “Exactamente, por mi mujer y su familia de San Juan que son mucho del Señor. Mi suegra y mi mujer eran de las que hacían las novenas. Yo siempre me he quedado en el estanco ayudándoles porque yo tenía mi trabajo, entonces me quedaba allí y ellas hacían las novenas. Tenían una novena muy antigua, de 1950, que se la di a Gabi como recuerdo”.

Su devoción al Señor de la Salud y de las Aguas
Y una cosa vino con la otra y llegó su devoción al Señor. “Lo que me gusta a mí es el Señor de la Salud y de las Aguas. Yo no soy beato, pero el Señor me atrae, no sé por qué, pero lo hace. A mí me gustan todos los pasos de la Semana Santa, pero como el Señor, ninguno. Cuando lo llevas a hombros te entra una cosa que no te puedes ir de estar allí”.

Normalmente es el padre el que da el relevo a sus hijos y, en su caso, es su mujer la que le despierta esta pasión. “Así es. Yo cada vez que paso por allí y veo mi casa y recuerdo a mi mujer…”, nos comparte emocionado, ya que Conchi se fue antes de tiempo. Pero le da un giro a la tristeza y nos comparte orgulloso: “¡Ahora mi niña también pertenece a la hermandad!”.

Lo de ser hermanaco, ¿cómo surge? “Yo llevaba viviendo ya en San Juan por lo menos 20 años. Me planteé a ver si era posible que yo pudiese sacar al Señor de mi barrio, de San Juan, que es estupendo. Empecé a acercarme a la iglesia porque a mí lo que me gusta es trabajar, colaborar, como hicimos con Juan Cuberos que cambiamos toda la instalación de agua en la iglesia”.

¿Y cómo consiguió salir en esos años que era muy, muy complicado? “Fue muy simple. Yo le dije al Pichín que quería sacar el Señor y él habló con Tomás Olmedo, que era el hermano mayor, quien habló con Juan Sánchez para que me apuntara en la lista de espera. Y además, Tomás me dijo si quería quedarme en la hermandad. Le dije que sí, lo que sea para colaborar. Y así sigo”.

¿Y cómo reaccionó cuando le dijeron que tenía sitio? “¡Le dio una alegría a mi suegra, a mi mujer, porque mi cuñado era el último de la casa que había salido hace muchos años!”. . ¿Y quién se lo dijo? “Fue Gabi quien me lo dijo. Yo iba para un año, pero desde entonces pues aquí estoy colaborando en todo lo que puedo”. La fecha fue el domingo 23 de mayo de 2010. Y desde ahí hasta hoy.

¿Y qué recuerda de esa primera vez? “Fui encantado, aunque siempre sigo muy bien vaya donde vaya. Cuando llama el Señor, te lo echas al hombro y ya sientes una cosilla allí ante la cuesta y la proximidad de la Villa, sientes algo que no es normal y sigues para adelante”.
Explíquenos más ese sentimiento. “Siento, siento… no se puede explicar. Habrá quien sienta más, quien sienta menos, pero yo es que a mi Señor es que lo siento”.

Lo de tener que dejarlo en los 65 años… “Uf, es una pena, pero bueno, es así para todos los que tenemos la suerte de llegar a los 65 años. En noviembre salimos otra vez y yo ya no puedo salir, aunque pudiera, pero no lo haré porque ha habido compañeros que lo han cumplido y aquí somos todos iguales”.

¿Me permite que le pregunte cuando la vida le golpea? (Nos dice que sin problema). ¿Qué se siente cuando le pasó lo de su mujer, primero su enfermedad y luego su fallecimiento? “Cuando se puso mala, lo primero es que íbamos a misa todos los días. Yo le acompañaba a ella y era muy feliz. Y así hasta que se nos fue la pobre. El Señor para ella era lo más grande que tenía”.

¿Y para su mujer, el Señor de la Salud y de las Aguas, qué significaba? “Todo. Ellos, criados en el barrio, han estado aquí toda la vida, porque su abuela tenía un barecillo en una cueva, andando ppara el río. La iglesia de San Juan ha sido y es todo para la gente del barrio”.

¿Le costó volver a ver al Señor, ya solo sin ella? “Mucho. Porque el primer día que yo salí de mi casa, habían pasado 4 meses y me costó, pero al final tienes que acostumbrarte”. Estamos seguro que usted es de los que ve al Señor y siente en Él a toda su familia. “Siempre que llevo al Señor tengo presente a mi mujer, a mi niña, a mis nietos, porque es lo que siento con Él”. Y ahora, ¿quién le busca en la procesión? “Siempre cuando nos encerramos, vienen mi hija y mis nietos a verme”.

¿Qué le dice a esas personas a las que la vida les da un palo? “Pues yo creo que tienen que creer en algo. Yo creo en este Señor, y creo de verdad, como si fuera mi padre; y mi mujer creía también. Y ahí estamos y seguimos a través de los años. Seguimos con Él y nos va bien. Se nos fue mi mujer, pero ahí están mis nietecillos, que es la señal de lo que ella nos dio. La vida es muy bonita”.

Hablemos de este año. Extraordinario por lo que celebran. Saldrán en mayo y en noviembre. “Yo ya estaré ayudando. Con corbatilla eso no me gusta, pero vaya, estaré donde me necesiten. Si hay otro puesto, lo diré para ayudar donde haga falta”.
A su hija, ya sus nietos ¿le gustaría algún día verlos debajo de las andas del Señor? “Claro que sí, incluso a mi yerno. Pero ese sitio no es mío, las cosas hay que hacerlas legales, que se apunten y cuando les llegue su día, les llegará como me pasó a mí”.

Vamos terminando. ¡Qué buena gente hay en los barrios! ¿Qué sentirá el sábado 24 de mayo? “Pues yo espero sentir esta vez que va a ser diferente porque es la última y no habrá otra”. Pero seguro que seguirá sintiéndolo en la bajada del Señor. “Yo creo que ahí no hay edad que limite estar. Estaré para lo que me necesiten y en unos días lo subiremos al trono. Yo me jubilo, pero estaré para cogerle de los brazos y colocarlo allí en la cruz, en el trono”.

Don Francisco, muchas gracias porque muchas veces nos preguntamos ¿qué tiene el Barrio de San Juan? ¿Qué tiene la devoción de San Juan a su Señor? Y usted, en esta entrevista nos lo ha mostrado: sencillez, humildad, trabajador, devoción, familia, recuerdos… Y aprovechar todos los segundos de la vida. Ahora es su hija, su yerno y sus nietos. “Lo que hay en la vida”.

Que el Señor les siga bendiciendo y sabemos que su mujer tiene que estar muy contenta. ¡La que estará liando allí arriba viendo a su Paco llevando Señor. Gracias por su demostración de devoción.

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