Mil novecientos sesenta y nueve, fue un año preñado de acontecimientos científicos, sociopolíticos e históricos relevantes. Se logró comunicar, por Michael Elie y por primera vez, dos grandes computadoras entre la Universidad de California en Los Ángeles (la UCLA) y el Instituto de Investigación de la Universidad privada de Stanford (al sureste de San Francisco), a las cuales se unieron poco después otros cuatro centros universitarios, dando lugar a un espacio común de telecomunicación que se denominó Arpanet, antecedente inicial de la gran revolución que, ya a finales del siglo XX y principios del XXI, significó para el mundo, en todos los órdenes, Internet.
El hombre llegó a la Luna el 21 de julio de aquel año. Ya en España, el príncipe Juan Carlos fue designado por el General Franco como su sucesor, a título de rey, lo cual fue ratificado, por las Cortes de la época, el 22 de julio. Y esto, sólo a título de ejemplo.
En septiembre de aquel año, el que suscribe, acababa de regresar de un primer viaje al Reino Unido, de Su Majestad británica, trayendo consigo algunas reliquias musicales icono de la juventud melómana de aquella época como el “Je t’aime moi non plus” de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, radicalmente prohibido en nuestro país, o un ejemplar original de la primera edición inglesa, de la Apple, del disco Blanco de los Beatles.
Un buen día de aquel septiembre, me reuní con Nono Higueras, en la casa de sus padres en calle Lucena, esquina a Rodaljarros, para escuchar tranquilamente aquel paquete de buenas grabaciones de último grito recién llegadas de Inglaterra, comentado aspectos de las mismas y descubriendo, por mi parte, que Nono era una auténtica fuente de conocimiento y aprendizaje de los intersicios y los detalles, rítmicos y armónicos, de la música de nuestro tiempo.
En concreto la canción “Happiness is a warm gun”, del disco Blanco, que para mí era fundamentalmente una bonita melodía con una estructura rockera tradicional, fue desguazada por Nono, que inmediatamente se prendó de ella, en sus menores detalles, descubriédome las cuatro partes: la introducción al estilo Folk, la sección 3/8 con irregularidades bluseras, la continuación doblada de tiempo y la larga conclusión que utiliza una secuencia estándar de doo-wop de los años cincuenta. (Véase “Revolución en la mente” de Ian Macdonald).
De aquella casa, después de haber estado cercano a ambientes de última hora del blues británico, salí sabiendo que Nono Higueras era un bicho musical del ritmo la armonía y el compás, y que su éxito y predicamento fuera de los ambientes musicales antequeranos, al lado de Lito, Charlie y otros bichos similares, estaba plenamente justificado. Él fue el primer rockero antequerano, que yo conozca, en tener una grabación en los escaparates y un top ten de ventas a nivel nacional. Luego, la vida no le fue todo lo bien que, todos, hubiéramos querido pero eso ya es otra historia. El día 9 de junio de 2015, sobre las 10 de la noche, Nono Higueras Flores, pasó, para siempre, al olimpo musical, a nivel local, de todos los antequeranos. D.E.P.
José Antonio Lebrón