El pasado 12 de mayo nos dejaba el padre capuchino José Antonio Márquez. Con 92 años dio toda su vida a ayudar a los necesitados con el carisma capuchino. Tras formarse y ordenarse sacerdote en 1956, empezó su misión en América donde se opuso a los abusos y buscó la ayuda a los más desfavorecidos. Luego se el encomendó la causa social de Fray Leopoldo.
Nacido en Antequera el 16 de septiembre de 1932, fue hijo de Manuel Márquez García y Eugenia Pavón Ramírez. Tras realizar sus estudios en la comunidad local, el 22 de diciembre de 1956 fue ordenado sacerdote, celebrando su primera misa en Antequera. Muy pronto, siguiendo las línea de la pastoral social y espiritual de los capuchinos andaluces, marchó a República Dominicana en 1957. Allí defendió a los perseguidos por el Régimen y fue amenazado de muerte.
En 1960 se traslada a Guatemala donde atendió a las comunidades necesitadas y en 1974 padeció un terremoto en el que él buscó ayudar a los barrios humildes que se veían afectados. Aprovechando la visita del Papa Juan Pablo a Guatemala, propuso crear el primer hospital materno infantil para Guatemala bajo el apoyo de Cáritas Arquidiocesana. Y en poco espacio de tiempo dicho hospital fue una realidad para los niños y las mujeres embarazadas beneficiarios.
Fueron pasando los años y en 2007, fue nombrado director de la Obra Social Fray Leopoldo de Alpandeire para administrar los donaciones recibidas para proyectos sociales, así como la administración del hogar Fray Leopoldo de Alpandeire. Junto a su labor misional y capuchina, “todos sus amigos y compañeros le conocían por el Padre Antequera, pues siempre llevó a lujo el ser un antequerano”. Terminamos con unas palabras del capuchino Rafael Pozo Bascón: “Antequera puede sentirse muy orgullosa de que un hijo suyo haya dejado huellas tan imborrables como haber salvado muchas vidas y abrir caminos de ilusión y esperanza”, pidiendo un reconocimiento a este fraile capuchino antequerano.