Hace unas fechas científicos de varios países se ufanaban de haber sabido reproducir el «big-bang», ya saben, el momento de una colosal explosión que dio lugar, dicen, a la creación del Universo. El trabajo ha costado muchos años de investigación y mucho, mucho dinero, total para algo que tendrá todo el mérito científico que se quiera, pero que pensamos no es lo más importante que preocupa a la mujer y al hombre de principios del siglo XXI.
Así, somos muchos los que pensamos que ese esfuerzo científico, ese dinero, podría haberse dedicado a temas que, de verdad, preocupan tanto como, por ejemplo, el cáncer en todas sus variedades. Para los ciudadanos es impensable que si los científico-investigadores hubieran querido realmente, si hubieran dispuestos de medios, si los laboratorios se hubieran unido para remediar el mal que azota a la Humanidad en nuestro tiempo, algo hubieran descubierto, algo se hubiera avanzado. Y, si les hubiera quedado algo de tiempo, podían haberse dedicado a estudiar un remedio para el «sida», otro de los grandes males que azota a nuestro mundo. O a remediar el hambre y la sed en los países que lo necesitan. O a prever grandes catástrofes como terremotos, huracanes, el «calentamiento» cuyos daños afectan a todo el mundo.
Pero no; como estamos locos, lo importante es reproducir el «big-bang», descubrimiento que está muy bien, pero no es primordial. Que se lo pregunten a los familiares del azote terrible del cáncer, del sida, del hambre, de la sed.
La Ciencia, ocupa lugar destacado desde que el mundo civilizado existe, y a ella se deben grandes descubrimientos no sólo en el ámbito de la Medicina, sino en el de los Transportes, la Electrónica, en todo aquello que rodea la vida diaria del hombre de cada época. Así, a finales del siglo XX, el hombre llegaba a la Luna –aunque ya hay opiniones sobre que todo fue un montaje propagandista–, pero a la vista de la millonada que aquellos costaba, Estados Unidos, y Rusia, frenaron estos programas, para dedicarse a otros más «prácticos», o lo que es igual, más útiles a americanos, rusos, a la Humanidad. Eso es lo que esperamos, y necesitamos, ocurra, con el programa del «big-bang». Ya sabemos cómo se produjo y, parece, lo que originó… aunque no caen en decir Quién dispuso esa conjunción de elementos que provocó tamaña explosión. Ahora, por favor, ilustres científicos, dedíquense a atajar el cáncer, que siega vidas y causa ruinas en tantas familias, o el sida que se añade a los padecimientos, sobre todo, del Tercer Mundo, o el hambre y la sed. El día que anuncien al mundo que saben cómo prevenir, cómo atajar más fácil, económica y positivamente, el cáncer, los hombres de todo el mundo, les van a estar mucho más agradecidos. Y si lo hacen con el «sida», con las enfermedades cardíacas –otra de las grandes causas de mortalidad en nuestro tiempo–, el beneficio va a ser infinitamente mayor para todo el mundo. Lo otro, es de locos.