sábado 23 noviembre 2024
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Les faltó la segunda parte del Plan de Estabilización

Sorprendido por «lo que había bajo las alfombras», es decir por los espantosos déficit muy superiores a los oficialmente anunciados; acuciado por una Comunidad Económica Europea que no tiene piedad y que trata antes de nada de salvarse que hacer lo propio con un país miembro; aterrado ante las peticiones de ayudas de todas las Comunidades para poder pagar a tanta pequeña y mediana empresa paralizada por la falta de efectivo, el Gobierno no para de tomar medidas que, a veces, van en contra de sus promesas. Es lógico. Si hay que pagar cosas y no hay dinero, hay que acudir a la única forma de obtenerlo que es «sacándoselo» a los españoles, por diferentes vías: subidas de precios, impuestos y similares.

Es, repetimos, la única forma de obtenerlo, y coincide con las congelaciones –y a veces más allá—de sueldos y pensiones, como se hizo en los años 60 con el Plan de Estabilización. Pero en aquella ocasión, los tecnócratas buscados por Franco, muy en contra de los deseos del sector falangista, además de «congelar» salarios y pensiones, congelaron los precios, de manera que no se ganaba más, pero tampoco las cosas costaban más. Y en los dos años que duró el «Plan», como hemos dicho alguna vez, dio tiempo a recuperarse, se crearon nuevas empresas y España empezó a situarse en la vía de una prosperidad que duró muchos años. Ahora no; ahora se congelan sueldos y pensiones, es decir los ingresos de los españoles (unos más que otros, claro), pero no se controlan los precios que se disparan. Véase si no las subidas del gas, de la luz, del agua, de tantas cosas.

 

Es lógico pues, que el Gobierno haya «tocado» sangrías como las duplicidades de responsabilidades en materias que tienen que ser competencias del Estado, del Gobierno, o sea, de los ministerios, como la Educación, la Sanidad, la Justicia, que tiene que ser iguales para todos los españoles y por tanto es absurdo que tengan diecisiete burocracias incluyendo los «ministros» (consejeros), directores generales, y su cohorte de cargos que suponen un costo absurdo, porque, por citar uno de los ejemplos que vienen al caso, todos los españoles deben estudiar lo mismo, luego son absurdas las Consejerías; todos los españoles deben tener la misma Sanidad, por lo que ídem… etcétera.

 

Y por más que les pese a los enchufados sin cuento, hay que cortar la sangría de las Televisiones Autonómicas, que en tantos –por no decir todos—casos, están al servicio del poder autonómico del que dependen, con ejemplos vergonzantes como los que ofrece «la nuestra».

Y todos esperamos que se haga lo mismo con los «apoyos» a unos sindicatos que ya se ve lo que colaboran, a unos gastos sanitarios con los que hacemos el tonto para muchos países europeos, con muchas ayudas y subvenciones como las que dicen ha dado el Gobierno andaluz a una entidad benéfica en la que anda metida la señora de Rubalcaba. Dicen, aclaramos.

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