Un grupo de voluntarios de toda clase y condición, nos hemos puesto de medio acuerdo, para que las Hermanitas de los Pobres tengan un sitio en la Feria, una llamada de atención a los antequeranos por las dificultades que atraviesan, que no son distintas al resto de la población, pero con un colectivo bastante vulnerable.
Mano a la obra y a pedir favores para llevar a buen término un considerable número de requisitos necesarios e imprescindibles para que den el visto bueno al proyecto. Andamos un poco despistados en estas cuestiones, la burocracia es muy compleja en este país y ha de continuar siéndolo, no sabemos si por carácter o por fingir que somos avanzados, pero lejos de crear ilusión y mover iniciativas, quitan todos los deseos de actividades y, desde luego, facilidades, ninguna. Explican, no sin cierto nerviosismo, y tratando de aflorar la torpeza de quienes están enfrente, que el Ayuntamiento no tiene nada que ver, es cosa de la Junta. Ahora no podemos explicar tanto funcionario ya que con esos mamotretos se necesita un día entero para aclarar su contenido.
Y encima sale Daniel Canogar en la revista semanal de periódico que en Hong Kong se tarda un día en arreglar todo el papeleo para abrir una empresa. Aquí llevamos el paso cambiado, el día se tarda en cerrarla, pero abrirla supone sangre, sudor y lágrimas. Idas y venidas a todos los organismos que encontremos al paso y tomaduras de pelo en cada papel entregado, porque siempre falta o sobra algo y nos ponen de tontitos. Aún así, los que tenemos fe en este país y, sobre todo, en muchas instituciones que hay que mantener al precio que sea, por el bienestar que producen en la sociedad, vamos a olvidar el trámite protocolario y estaremos unos días de feria pensando que nuestra meta es más emotiva, generosa y necesaria y recibiremos con mucha alegría a todo el que quiera acercarse a nuestra caseta. Eso sale de nuestro corazón no nos lo exige el pliego reglamentario. ¡Gracias a Dios!