viernes 22 noviembre 2024
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El conjunto de la Plaza de Abastos tuvo sus orígenes a principios del siglo XX, cuando aquel gran alcalde que fue Guerrero Muñoz, decidió suprimir la fealdad e insalubridad del Coso Viejo –nido de ratas, fruto de abandonar sobre él los restos de las merca

El conjunto de la Plaza de Abastos tuvo sus orígenes a principios del siglo XX, cuando aquel gran alcalde que fue Guerrero Muñoz, decidió suprimir la fealdad e insalubridad del Coso Viejo –nido de ratas, fruto de abandonar sobre él los restos de las mercancías (frutas, verduras) que en él se vendían– limpiar el citado Coso, transformarlo y trasladar la venta de esas mercancías a la actual Plaza de Abastos, sobre la que se levantaría el precioso edificio que hoy conocemos, y que figura en la vieja fotografía que ilustra esta página, en la que destaca la singular fuente renacentista que se bajó desde la Plaza Alta, hasta el “llano” que quedaba entre el edificio del mercado y la calle Calzada. 
 
Posteriormente la fuente se llevaría a su actual emplazamiento en la Plaza de San Sebastián, en un gran acierto sin duda, pero, de momento, daba empaque a la Plaza de San Francisco, donde se encontraba el Mercado. En la acera. Vemos, junto a un grupo de mujeres y niños, vistiendo éstos, uniformes de su Colegio, puestos provisionales que se levantaban para la venta de melones y sandías, chumbos, y similares. A la derecha de la foto, quedarían los puestos de ladrillo, de Lola “La Garrida”, donde se expendían en los años 40, frutas y verduras, que se guardaban en su interior a la hora de cerrar el kiosco.
También a la derecha de la fotografía que publicamos, se encontraban la posada de la Plaza de San Francisco, una tienda de venta de cántaros de barro y botijos, de bastones y sombreros de paja para el campo y más arriba, el descargadero que sería primero de Luis Sarria, y luego de  Manuel Carmona, en los que la actividad empezaba a las cinco de la mañana con la llegada de las verduras y frutas de las huertas situadas tras la Estación de Ferrocarril, la confitería de Pura Valle y el Bar Palomo, la cuchillería de Santizo, cerrada no hace mucho, y, más tarde, un estanco y la tienda de Gallardo que fue mercería y terminó siendo zapatería.
 
Todo eso dejó paso a la Plaza actual, con su pinsapo en el centro, y las mesas del cercano bar y de la heladería italiana, que dan vida a este rincón fotografiado, vieja estampa que recuerda las mejoras llevadas a cabo por nuestro Ayuntamiento en diversas épocas.
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