viernes 22 noviembre 2024
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Aquellos viejos tiempos de Antequera: los Comedores Sociales

Los años 40 y 50 del pasado siglo, fueron años difíciles, de necesidades, de carencias, ante los que Antequera reaccionaba con solidaridad, encabezada por la Iglesia y por los que más podían, que atendían a las peticiones de ayuda de todo el mundo local, mediante la fórmula de los comedores sociales. Había uno en Las Hermanitas de los Pobres, que ocupaban un amplio solar en lo que hoy es Plaza de Fernández Viagas; otro, de Auxilio Social, en la conocida como “casa de don Carlos Blázquez”, situada en Cantareros, esquina Laguna, hoy un amplio edificio de comercios, y viviendas; otros en varias parroquias de la zona central de Antequera, con parroquianos más pudientes. En varios Colegios, sus fundadores, aprovechaban las festividades de sus titulares, para dar desayunos especiales, con “chuscos”, onzas de chocolate, naranjas y limas, o pastillas de jabón de lavar.

 De esta forma, se ayudaba a los que más lo necesitaban, en la medida en que buenamente se podía, insistiendo en que era la Iglesia, sacerdotes, monjas, órdenes religiosas o entidades parroquiales como la Acción Católica, Asociación San Vicente de Paúl y similares, y muchos particulares que hacían sus obras de caridad con los más necesitados. Al que también hay que añadir el Comedor de Santa Eufemia que se abrió en calle Merecillas en época de posguerra
En la foto una de aquellas comidas, en este caso, dada por –creemos identificar– Manuel Blázquez y Cecilia de Lora, a un grupo numerosos de sus trabajadores. Trabajadores de diversas edades, todos con “la ropa de los domingos”, tanto mayores como jóvenes o casi niños, en largas mesas, que servían los propietarios de las fincas junto a sacerdotes y jóvenes voluntarios.
 
Eran precursores, ¡quién lo diría!, de lo que en pleno siglo XXI ha habido que resucitar por la situación económica actual, con mucho paro, en parte por las fincas y campos de entonces, que dejaron de emplear trabajadores, dando su puesto y sus sueldos, a las máquinas que lo hacen prácticamente todo: arar, roturar, sembrar, tratar, recolectar…, único medio, por otro lado, de conseguir producciones y algo de rentabilidad. 
Viejas estampas insistimos, que nadie esperaba ver, pero que entre las deficiencias económicas, los esperpénticos “eres falsos”, las avaricias incontroladas de algunos granujas y políticos, se han vuelto a poner de actualidad…
 
 
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