(Texto íntegro de la exposición efectuada por Bartolomé Ruiz González, Director del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera e instructor de la Propuesta para la inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial del Sitio de los Dólmenes de Antequera, expuesta este viernes 28 de marzo, en Plasencia, ante el Consejo de Patrimonio Histórico Español)
Como fenómeno antropológico, el Megalitismo conecta sociedades habidas en tiempos y espacios muy distintos y se ha desarrollado en los últimos 10.000 años en todo el mundo, en condiciones y circunstancias muy diferentes, por lo que, como práctica, lo convierte en un auténtico patrimonio de alcance mundial.
En la Lista Representativa con la categoría de Megalitismo del período neolítico han sido inscritos hasta el momento los Sitios de Newgrange en Irlanda, Las Orcadas en Escocia y Stonehenge y Avebury en Inglaterra. Tres bienes con una abrumadora concentración en las islas británicas.
La situación no mejora si se analizan las listas tentativas de los países que contienen ejemplos monumentales. Sólo Francia aparece con el Sitio de Carnac, con la anomalía de que se mantiene en esa situación desde 1996.
Por ello, partiendo de la estrategia de alcanzar un equilibrio entre las distintas manifestaciones culturales, resulta necesaria la promoción de un conjunto arqueológico excepcional situado en el sur y en el extremo más occidental del continente europeo.
En Antequera, al sur de la Península Ibérica, se sitúa uno de los sitios megalíticos más importantes de Europa incorporado a la Lista Indicativa española en 2012.
Los constructores de los dólmenes antequeranos son las primeras sociedades agrarias y ganaderas de estas fértiles tierras que asumieron la formidable empresa de erigirlos. Ello fue posible por la estrecha cooperación entre numerosas comunidades que compartían códigos religiosos comunes así como una noción de pertenencia tribal o clánica muy marcada.
El Sitio de los Dólmenes de Antequera es un bien cultural en serie formado por tres sepulcros megalíticos y dos monumentos naturales. Se trata de una de las primeras integraciones conscientes de arquitectura y paisaje monumental de la Prehistoria Europea, un gran centro ritual cuyo origen se remonta a comienzos del VI milenio ANE.
En la Prehistoria, el Sitio de Antequera, como nodo natural de itinerarios de largo recorrido entre mares y continentes, y de encuentro de pueblos y culturas diferentes, dio lugar al nacimiento de unos modelos arquitectónicos extraordinarios y a una cultura basada en la excepcional interacción con el paisaje, en la que las construcciones megalíticas, –los dólmenes de Menga y Viera y el tholos de El Romeral–, se presentan con la apariencia de paisaje natural –bajo túmulos de tierra–, asociando sus orientaciones al sol, en el caso de Viera y a los monumentos naturales como la Peña de Los Enamorados y El Torcal, que constituyen los hitos visuales del Sitio; dos formaciones sobresalientes en el reducto de un antiguo mar interior que hoy constituye la fértil vega de Antequera.
El dolmen de Menga es un templo funerario de planta ovalada construido con técnica ortostática. Al final de la cámara, existe un pozo hidráulico de veinte metros de profundidad excavado en la arenisca, quedando alineado con los tres pilares. Se cubre con un túmulo de cincuenta metros de diámetro y está orientado hacia el noreste (acimut de 45º), es decir, al norte de la salida del sol en el solsticio de verano; una orientación totalmente atípica en este contexto cultural. Sin embargo, la explicación de esta singularidad es su alineamiento con la Peña, una montaña notable que recuerda por su forma la cara de un gigante mirando al cielo.
El eje de alineación apunta concretamente hacia el abrigo de Matacabras en donde se localiza un panel de pinturas rupestres de figuras antropomorfas de arte macroesquemático de fuertes reminiscencias en el más antiguo neolítico.
El dolmen de Viera es un sepulcro de corredor, al final del cual se dispone una cámara cúbica a la que se accede por medio de una puerta perforada cuadrangularmente. Edificado también con técnica ortostática se cubre con un túmulo de cincuenta metros de diámetro, estando orientado a levante, ligeramente hacia el sureste (acimut de 96º), por lo que sigue los patrones.
El tholos de El Romeral es un típico sepulcro de falsa cúpula. Tiene un corredor de paredes de mampostería y cubierta adintelada. La cámara es de planta circular con cubierta formada mediante aproximación de hiladas, tiene sus paredes ligeramente abovedadas y elaboradas en mampostería que terminan en una losa horizontal.
El sepulcro se cubre con un túmulo de sesenta y ocho metros de diámetro y está orientado sorprendentemente a un acimut de 199º, es decir, en el octante S-SO del horizonte y es uno de los poquísimos ejemplos de orientación a la mitad occidental del cielo en toda la Península Ibérica. Su eje apunta exactamente a la mayor elevación de la sierra de El Torcal, conocida como Camorro de las Siete Mesas.
Para la justificación de los criterios se proponen el uno y el dos. Con relación al primero, los dólmenes de Antequera se encuentran entre las manifestaciones de la arquitectura megalítica con mayor reconocimiento universal. Representativo de esta afirmación es el dolmen de Menga, ejemplo de colosalismo y el único que presenta pilares interiores, convirtiéndolo en una de las cumbres de la arquitectura adintelada en la Prehistoria Reciente europea, cuya grandiosidad radica precisamente en la creación de un espacio interno realmente asombroso que no encuentra paralelismos.
En cuanto al criterio segundo, de forma inédita en el Patrimonio Mundial, el Sitio de los Dólmenes de Antequera representa una singular concepción del paisaje megalítico surgido de una original interrelación entre monumentos culturales y naturales, hasta el punto de omitir las orientaciones canónicas hacia el orto solar y provocar una orientación excepcional de los megalitos.
Asimismo, el Sitio de Antequera aporta elementos únicos e irrepetibles, de valor universal, como ejemplos eminentes de las dos tradiciones arquitectónicas del Megalitismo representadas en estos monumentos: la fachada atlántica (solución adintelada de Menga y Viera), y la mediterránea (de falsa cúpula o tholos) magníficamente representada en El Romeral.
Igualmente consideramos que cumple, también, los criterios de autenticidad y de integridad, ya que todos ellos son elementos originales y que forman un conjunto de elementos seriados cerrados en sí mismo.
La propuesta de inclusión del Sitio de los Dólmenes de Antequera en la Lista del Patrimonio Mundial resulta coherente con la estrategia de UNESCO de colmar las lagunas del patrimonio insuficientemente representado. En concreto, por lo que respecta al Megalitismo europeo vendría a complementar los sitios inscritos del archipiélago de las islas británicas ya comentado.
En conclusión, los monumentos megalíticos de Antequera suponen un nuevo aporte a la Lista del Patrimonio Mundial en los siguientes campos:
· 1. Constituyen un ejemplo único de la íntima relación que se establece entre unos monumentos prehistóricos excepcionales con su entorno natural, mediante relaciones paisajísticas igualmente excepcionales. La Lista de Patrimonio Mundial recoge ejemplos de montañas sagradas, formaciones naturales singulares y de monumentos megalíticos, pero no de sitios que integren relaciones paisajísticas pautadas entre todos ellos.
· 2. El Sitio constituye también un caso excepcional de la arquitectura megalítica de Europa. Una forma cultural especialmente significativa por su monumentalidad y aportaciones constructivas que carece, por ahora, de representación en la Lista de Patrimonio Mundial.
· 3. Finalmente Menga ha mantenido su valor y significación cultural a lo largo de casi seis milenios; manteniéndose, por tanto, el uso funerario del Sitio ininterrumpidamente hasta hoy con la presencia en su entorno del cementerio de la Ciudad de Antequera.
Tanto los monumentos megalíticos como los espacios naturales incluidos en la propuesta han sido catalogados y preservados con las máximas figuras legales de protección patrimonial, medioambiental o urbanística.
Así la Zona Arqueológica de los Dólmenes de Antequera está declarada Bien de Interés Cultural; La Peña de Los Enamorados catalogada como Paraje Sobresaliente y El Torcal declarado Paraje Natural y Zona de Especial Conservación de la Red Natura 2000 en el ámbito europeo.
El Plan de gestión incluye las acciones de tutela y valorización de los monumentos megalíticos y su entorno incluidas en el Plan Director, junto a las medidas previstas en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales de El Torcal.
Como órgano de coordinación será el Conjunto Arqueológico, de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, la institución patrimonial en quien recaerá la representación y responsabilidad del seguimiento del Sitio, para lo que contará con un órgano de participación para la gestión de cada uno de los elementos.
A lo largo del tiempo, los dólmenes antequeranos han centrado el interés de los más notables prehistoriadores españoles y europeos. En los últimos años todas las líneas de I+D+i confluyen en tres proyectos. Dos de ellos impulsados y dirigidos desde la Universidad de La Laguna y con la intervención de personal investigador de las dos universidades Canarias, Granada, París y Córcega. En el tercero, liderado desde la Universidad de Sevilla, participan investigadores de las universidades españolas de Málaga, Sevilla, Granada, Alcalá de Henares y Vigo, y de las inglesas de Southampton y Cambridge.
Un proceso de investigación básica y aplicada a un proyecto de desarrollo e innovación, que se materializa en el Museo de los Dólmenes de Antequera, para hacer efectiva la transferencia de conocimiento a la sociedad. De esta manera, el recorrido que marcan las siglas I (Investigación)+D (Desarrollo)+i (innovación), cierran el ciclo necesario y exigible, pues es la ciudadanía la depositaria última y legítima de cualquier avance que se produzca en el conocimiento.
Así, la idea clave de la exposición permanente, que llevará por título Antequera Milenaria, es percibir la continuidad espacial y temporal que existe entre el ser humano, los dólmenes y el territorio. Es decir, que los dólmenes son así porque forman parte de un paisaje antropizado que se ha ido transformando desde la Prehistoria.
El programa de difusión desarrollado durante la última década en el Conjunto Arqueológico ha tenido como objetivo la transferencia de conocimiento e información a la sociedad en general y muy especialmente a la población escolar, así como a la comunidad científica. Con Visitas Guiadas, Jornadas de Puertas Abiertas, Las Celebraciones del Sol y de la Luna en los equinoccios y los solsticios. Celebrado Cursos de Otoño así como la organización de los Congresos de Prehistoria de Andalucía, e impulsando y gestionando la edición de Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía.
Así, y como colofón final, hemos de trasladar a este Consejo que desde el año 2.000, nuestro Conjunto Arqueológico ha sido visitado por un número que supera el millón de personas.
Para finalizar: No contemplemos estos dólmenes tan sólo como excepcionales vestigios del pasado. Ni siquiera como fragmentos de un paisaje que la memoria recuerda porque nuestra propia naturaleza humana sigue encerrada ahí, en esos tres sobrecogedores espacios sin tiempo.
Observándolos, entendemos mejor nuestro presente. Su pervivencia nos desconcierta. Su fuerza gravitatoria nos fascina porque siguen 6000 años después contándonos historias de perduración y fragilidad. Tal vez esperando de nosotros, sus ancestros actuales, algo más que una mirada compasiva.