El martes 17 de noviembre a los 89 años nos dejaba Mari Pepa Muñoz López, nieta del que fuera fundador de este periódico, Francisco Javier Muñoz Pérez; e hija del gran director que fue José Muñoz Burgos. El Centenario de su periódico nos acercó más aún a lo que estas páginas significaban para ella, donde nos dejó entrever que le hubiera gustado ser su directora.
Fiel ayudante de su padre, al que seguro ayudó en la corrección de pruebas y menesteres de la Imprenta “El Siglo XX”; bastón en el que se apoyaba su madre, Isabel López Torres, gran mujer de la que entre todos debemos de dar a conocer su obra literaria, como nos pidieron sus hijos y tenemos pendiente por hacer.
El Sol de Antequera está de luto. Pierde a su referente del espíritu de 1918 con el que Francisco Javier Muñoz Pérez fundó este periódico un 30 de junio; que luego dirigió su hijo José Muñoz Burgos, ambos, personajes fundamentales en la Historia del Decano. Entre ambos, su nieta y su hija, Mari Pepa Muñoz López, quien estuvo al lado, viendo cómo ambos trabajaban para que cada semana saliera el sol en forma de periódico.
Hija de José Muñoz Burgos e Isabel López Torres, tuvo en el Periodismo, la Imprenta y Antequera el amor a su tierra y este mundo. Creció en una casa donde el olor a papel y tinta era el invitado del día a día. Jugaría entre las máquinas de imprenta, aprendería a leer y escribir con las páginas del periódico que sus padres escribían y del que ella aportó su vida en todo lo que pudo.
Trabajó en la Caja de Ahorros de Antequera, recordándola en sus últimos años en su biblioteca, hoy reconvertida en sala de exposiciones. Tras su jubilación, su piso en calle Infante don Fernando fue su propia “Redacción”, donde cada semana mandaba al menos dos cartas: una para su periódico y otra para el alcalde, con el fin de arreglar y embellecer aún más tu tierra, Antequera. Muchas de las mejoras que se realizaron en los años 90 fueron fruto de su constancia para desarrollarlas, como fue la esquina de la iglesia de San Agustín por citar una de tantas.
Nunca quiso irse de Antequera, y buscó su día a día, entre su lectura del ABC, el Ideal de Granada y El Sol de Antequera. Llamadas a la familia, su hermano Francisco, su cuñada Teresa, sus sobrinos, entre ellos su ahijada Luisabel, sus primas y amigos.Por la tarde, paseo hasta San Sebastián, donde era de participar en misa cada tarde, para luego regresar a casa. Pero antes, siempre que pudo, acudía a las actividades culturales que la ciudad organizaba.
Cuando el paseo era matutino, siempre llegaba a calle Encarnación, donde compartía lo que luchó y trabajó su familia y se alegraba que “El Sol” siguiera saliendo en forma de papel.
Más tarde, la salud le obligó a estar en una residencia hasta que optó por trasladarse a Barcelona, junto a su hermano Francisco, destacado médico, y su cuñada, María Teresa Alcaide García, que era una hermana más. Allí tenía a su familia y sus paseos por las calles de Barcelona, buscando el buzón de correos que tenía en frente, donde siguió mandando sus cartas (entre ellas su artículo para el Especial del Centenario “por si me muero antes”, apuntaba con su peculiar sarcasmo). A ellas se le sumaron sus llamadas telefónicas para saber cómo iba su ciudad. Cuando no estábamos localizables en el fijo de la Redacción, buscaba nuestro móvil para saber cómo seguía su tierra.
Llegó una fecha triste para esta familia, el 16 de noviembre de 2016, día en el que falleció Ángel Guerrero Fernández, nuestro director y maestro, que junto a su padre han sido los dos baluartes cronistas de estas páginas. Recordamos cómo lloraba, siendo la primera persona en llegar al Tanatorio y apoyarnos con la fuerza de su mano sobre nuestro brazo. Nunca olvidaremos su lamento y sus consejos. Veía en Ángel Guerrero el esfuerzo que hizo también su padre José Muñoz.
El Centenario: el regalo para una ‘niña’ que creció soñando con su “Sol”
Llegó el año 2017 y el Centenario estaba para empezar. Al iniciarlo, se emocionó junto a su hermano, su cuñada María Teresa y su ahijada Luisabel, al entrar en la reformada Redacción y ver tres retratos: los de su abuelo Francisco, su padre José y su amigo Ángel. A pesar de tener siempre una palabra para cada momento, su emoción fue suficiente para agradecer el gesto de que quedaran vivos los retratos y nombres de su familia.
Fue la persona que más disfrutó del Centenario de El Sol de Antequera, siendo embajadora de su familia de sangre, la Muñoz-López, y la de tinta, la Guerrero-Clavijo, quienes hicieron posible que se llegara al 2018, el año del Centenario.
Como era su deseo, su cuerpo descansará en Antequera en el Cementerio, en sepelio previsto para la mañana de este sábado, así como sus familiares y amigos acudirán a participar de la misa de 19 horas en San Sebastián como ella siempre hacía en Antequera. ¡Lo que disfrutó con todos en la misa de los 100 años presidida por el obispo de Málaga, Jesús Catalá!
Descanse en paz una mujer, una antequerana, una periodista, una escritora, que lo dio todo por el amor a la pasión de su familia, de su periódico, de El Sol de Antequera.
Terminamos con parte de sus palabras en el Especial del Centenario. ¡Hasta siempre, Mari Pepa, te queda trabajo en la Redacción del Cielo con tu abuelo, tu tío, tus padres, nuestro padre y los colaboradores de este periódico, tu periódico.
“Se dice pronto, una semana, otra semana, otra semana… ¡un siglo! Yo no estaba, usted tampoco. ¡Pocos lo recuerdan de nacer! Cuántas historias, cuántas anécdotas, cuántos escritores… Mi padre en 1918 estaba en Madrid haciendo el servicio militar.
Mi padre aprovechó para colocarse en el ABC y allí aprendió mucho. Entonces mi abuelo Francisco Javier Muñoz Pérez, se reuniría en la tiendecita de la papelería con algunos amigos. De allí salió el pensar en crear un periódico.
Mi abuelo se lo contaría como es natural a sus hijos pensando qué nombre ponerle, fue mi padre, en Madrid, a quien se le ocurrió el título de “El Sol de Antequera” pensando en nuestra leyenda. Pasó el tiempo y mi padre pensó en quedarse en ABC, pero mi abuelo y él “tan antequeranos”, hicieron para que se volviera al pequeño negocio familiar.
Anécdotas, mucho trabajo, muchas sofocaciones, mucho trabajo, muchos problemas, muchísimos, dineros poquísimos. Es la historia de Antequera contada semana a semana”.