sábado 4 mayo 2024
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Festividad de Cristo Rey: último domingo del Año Litúrgico

La semana pasada la Palabra hablaba de la esperanza. Hoy, último domingo del Año Litúrgico, el evangelio presenta cual ha de ser el compromiso de nuestra esperanza. Y lo presenta con la solemnidad de un juicio, el Juicio Final:

“Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre”, así comienza. Y lo que continua abre una caja de sorpresas: Primera: nos va a juzgar el Hijo del Hombre. El mismo que maltratado, azota-do y coronado de espinas, el poder político lo señaló diciendo: He ahí a vuestro rey. Ése es el Rey. Cristo Rey será el que nos juzgue. 

Segunda sorpresa: la materia del juicio. Creemos que Jesucristo ha venido a salvar, pero comosabe lo desmemoriados que somos, nos señala con anticipación la materia del examen final. Más aún,nos ha entregado las preguntas que nos va a formular en ese juicio. Preguntas que se resumen en cómo tratamos a los demás, por tanto, seremos examinados del amor. 

Tercera sorpresa: el Hijo del Hombre se identifica con todos los prójimos,por eso, lo que le hagamos al necesitado, a él se lo hacemos; lo que hagamos a nuestra esposa o esposo, a él se lo hacemos; y lo que hagamos a todos los demás, a él se lo estamos haciendo.

Cuarta sorpresa: en aquel día se reunirán ante él todas las naciones. Es decir, compareceremos no sólo como personas, sino también como pueblos, y como tales,también seremos juzgados. Esto quiere decir que, quien cree en Cristo Rey, no puede desentenderse de los problemas de España, Andalucía o Antequera. Ni de los problemas del mundo, pues no basta decir que todos tienen igualdad de derechos, si los dejamos morir de hambre porque no pueden pagar su deuda externa. No basta oponerse al aborto, sin defender, con todas sus consecuencias, el derecho a la vida y a una vida digna. No basta protestar, si no actuamos en consecuencia.

Quinta sorpresa: si aprobamos el examen se nos dará el mayor de los premios, pues el Hijo del Hombre nos llevará al reino de su Padre: Venid, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

En fin, Cristo Rey no se guarda ninguna carta, nos las ha entregado todas: nos ha dicho en qué consistirá el juicio, de qué seremos juzgados, para que aprobemos el examen final. 

Por eso, no se nos preguntará sobre cuánto tuvimos o mandamos, sino sobre cómo nos portamos con los demás. Y es que,ocupemos el puesto que ocupemos,seremos examinados del amor…

Por ello, sería bueno que al final del año litúrgico, pidamos perdón a Cristo, Rey del Universo, por todos nuestros pecados, por tantas faltas de amor como hemos cometido.

Y humildemente, supliquemos que nos otorgue la fuerza necesaria para amar como Él quiere que amemos.

También deberíamos pedir perdón por los pecados colectivos: por los egoísmos familiares, provinciales nacionales y por tanta falta de amor que como comunidad humana vivimos.

Si eso hacemos, si reconocemos y nos arrepentimos de nuestros pecados personales y colectivos, estaremos dando el primer paso para entrar en el camino del amor que Cristo Rey quiere. Sólo así, puede reinar Él en nosotros.

 

 
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