jueves 5 diciembre 2024
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El colibrí

Han vuelto los períodos electorales y con ello la política viene a recobrar esa dimensión que prodiga el “y tú más” en vez del “unidos conseguimos más”. El bien común siempre queda relegado a un segundo plano porque lo primero y más importante es la silla parlamentaria y luego, ya de lejos, todo lo demás que siempre pasa por la palabra “resolver”.

También estos días se ha hecho muy viral el vídeo del maestro que en clase cuenta a sus alumnos la fábula del colibrí, una narración ancestral que ha perdurado a lo largo del tiempo y que les detallo: La historia comienza en un bosque en llamas, donde todos los animales corren despavoridos e impotentes ante la magnitud del desastre. Sin embargo, mientras huyen del peligro, un diminuto colibrí decide actuar. A pesar de su tamaño y aparente incapacidad para hacer frente al fuego, el colibrí se sumerge en el río cercano una y otra vez, recogiendo pequeñas gotas de agua con su pico y arrojándolas luego sobre las llamas.

Ante la sorpresa y el escepticismo de los demás animales, el colibrí les responde con determinación: “Yo solo estoy haciendo mi parte”. Aunque su esfuerzo parece insignificante en comparación con la magnitud del incendio, el colibrí persiste en su tarea, sin rendirse ni desanimarse. Su ejemplo inspira a los demás animales, que deciden unirse a él en su labor.
La fábula del colibrí nos transmite varios valores fundamentales. En primer lugar, nos enseña la importancia del desarrollo personal y el crecimiento interior para la grandeza del ser. Aunque el colibrí podría haber optado por la inacción o la indiferencia frente al desastre, elige asumir la responsabilidad de hacer lo que está a su alcance, por pequeño que sea, mostrando así su compromiso con la comunidad, en donde siempre hay especies diferentes. Además, resalta el poder de la solidaridad y la colaboración y aunque el colibrí comienza su tarea en solitario, su ejemplo motiva a los demás animales a unirse a él en un esfuerzo conjunto para combatir el problema del fuego y salvar el bosque. Esta cooperación demuestra que juntos, desde el esfuerzo colectivo y las mismas metas, se pueden superar los retos más difíciles.

Mal se llevan en estos tiempos los políticos y los colibríes si anotamos que según los últimos datos del Eurobarómetro el 90% de los españoles desconfía de los partidos políticos, casi el 80% del Congreso y alrededor del 70% recela del gobierno. Señalaba recientemente en Onda Cero el gran pedagogo y filósofo José Antonio Marina, siempre un referente para los docentes, que “pese a que entregamos gran parte de nuestra libertad a unas personas en las que desconfiamos, necesitamos la política porque la política, con letras mayúsculas, es la que es capaz de resolver los problemas de los ciudadanos; otra cosa es quién y cómo la desarrollen.

Está claro que la ciudadanía lo que quiere son consensos y ver que sus representantes en todas las esferas del poder arriman el hombro cual experimentados y fornidos costaleros en pro del bien común. Hacen falta muchos colibríes para convencer y cambiar estadísticas; otra cosa son los resultados electorales, los escaños, la dignidad personal y los pactos para conseguir las mejores sillas. El mundo no se está poniendo fácil para ser gobernado por políticos que recuerdan al conocido cuadro del Duelo a Garrotazos de Goya. No los mereceríamos y en el fondo, ellos lo saben.

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