jueves 16 mayo 2024
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Por Tierras de Castilla

“Soy como un árbol que crece donde lo plantan”.
(Miguel Delibes)

El tren ralentiza su marcha, nos avisa la megafonía que llegamos, casi, a Valladolid. Recogida de maletas y otros trastos que lleva una. Libro electrónico, móvil, cargador, restos de un café, cazadora… ¡En marcha! El taxista nos dice que el hotel está a la vuelta de la esquina y que si queremos nos lleva, o no. Cansados de los tres días intensos en Madrid aceptamos la oferta de ser trasladados hasta la puerta del hotel. Calle o paseo de Recoletos. Vamos entrando en la ciudad y de telón de fondo se abre el Campo Grande y nos envuelve un sonido desconocido, “son los pavos reales”, comenta el buen hombre.
Empezamos a investigar en la habitación, pero comprendemos enseguida, que lo mejor era hacer lo que mejor sabemos hacer, caminar la ciudad para conocerla. Unas tapas para reponer fuerzas y adelante. De repente, las calles desaparecieron y bajo nuestros pies nos encontramos la tierra del gran bosque de Valladolid. Hojas tupidas de álamos blancos u olmos, un enorme espacio boscoso. ¡Qué sorpresa tan grata! Un primer encuentro con la ciudad de lo más entrañable. Campo Grande, el sonido de las fuentes me transmitió una paz infinita, el ruido del agua de la cascada me conquistó enseguida. Saliendo de estas ensoñaciones llegamos a la catedral y entonces descubrimos unas piedras sacras que te cuentan su contundencia sencilla y su estar en la historia. Olor a siglos que me hacen más pequeña.

El último día de nuestra estancia, ya sabía que echaría de menos Valladolid y que ocuparía un sitio muy especial en mis viajes. Pero cuando me puse frente al rostro de la Magdalena de Mena, en el Museo Nacional de Escultura de la ciudad del Pisuerga, entonces los sentimientos se multiplicaron de manera inaudita. Tuve memoria de mi voz interior. Admiración hacia las manos que habían tallado tanto dolor y tanta belleza.

Las puertas de otra ciudad, Salamanca, se abrieron paso en mis pensamientos y cerca sentía la llegada presurosa de El día del libro, una historia aún no escrita en mi viaje.

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