martes 30 abril 2024
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Cazafantasmas: El imperio helado

Se ha puesto complicado ir al cine y no salir decepcionado. Antes, veías el tráiler y te creabas expectativas. Más o menos se cumplían. Hoy en día, algunos tráilers son soporíferos, o lo peor, te hacen añicos la historia contándotela a modo de cortometraje. Claro que existen excepciones, pero pocas. El caso es que acudir a ver esta última entrega de los “Cazafantasmas” es una declaración de amor a una época en la que la gran pantalla construyó muchísimos sueños y nos ilusionó al joven público de los 80.

“Cazafantasmas” es una marca, es casi un estado o predisposición hacia algo que tan solo los que vivimos aquel estreno de 1984, podemos mínimamente explicar. Está claro que aquellos chicos alocados con mochilas de protones en sus espaldas, atravesando la ciudad de New York en su Ecto-1, tenían una mezcla de espíritu ingenuo y canalla. Quizá de todas las películas de los 80, sea la que defina mejor el espíritu de aquella década. Esta nueva continuidad de la franquicia está intentando llamar a filas a nuevos seguidores. “El imperio helado” no es mala película, atendiendo al panorama actual. Divierte, asombra e incluso tiene algunos momentos bien conseguidos. El problema de esta aventura fantasmal es que el espectador de los 80 intenta buscar un puente entre la actual película y las anteriores. Un error producido por nuestra inocente nostalgia.

“Cazafantasmas – el imperio helado”, donde si crea una conexión es con la serie de los dibujos animados de la franquicia. Por ahí van sus intentos. Dirigiendo la atmósfera de la historia hacia un tono más familiar. Podrán o no estar acertados, no es mi particular gusto, pero ése es el camino que han elegido. Hay que reconocer la enorme labor del guionista Jason Reitman por no sepultar la memoria cinéfila de su padre, Ivan Reitman (director de “Cazafantasmas”, 1984). Saben que cualquier producto de la franquicia es bienvenido.
Ahora, se necesita hacer un cambio hacia la oscuridad y dejar el tono de cine familiar.

Puede ayudar la edad de los adolescentes que intervienen como protagonistas en estas continuaciones (como ha ocurrido en la serie “Stranger Things”). Sí siguen evolucionando, las historias pueden tener ese espíritu de los años 80, fundiendo comedia, espectáculo visual y momentos serios de tensión, cercana al terror. Sería lo idóneo. Vivir esa aventura deseada, viendo a Murray, Aykroyd y Hudson desenfundar como antes sus armas. Sería el cierre perfecto para la despedida de estas leyendas cinematográficas. Nunca deseada.

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