viernes 22 noviembre 2024
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El Estanco Carrégalo llega a su cuarta generación regentado por mujeres

Eran las cinco de la tarde y la campana sonaba en el colegio. Rápido nos marchábamos a casa cerrando una jornada escolar muy larga por entonces. Antes de llegar a casa desde calle Fresca a calle Estrella, paraba en calle Calzada para saludar a mi padre que en la parada de taxis esperaba pacientemente a los viajeros. Muchos de esos saludos, terminaban con la entrada al estanco que estaba cerca.

Las paredes blancas, los mostradores de madera, otro metálico y el olor a tabaco esperando a su dueño vuelven a mi cabeza. Allí también, entre boletos de quinielas y lotería se asomaba Encarnación, que me miraba esperando lo que le pedía siempre para mi padre, un paquete de Winston.

Ahora, muchos años después, cuando visito el Estanco de Carrégalo para este reportaje, me percato de la gran capacidad de trabajo de aquella mujer, que sola, viuda y con seis hijos, estaba prácticamente toda la semana con las puertas de su establecimiento abierto.
Encarnación Carrégalo Jiménez siguió al frente del negocio que pusieron sus padres, Luisa Jiménez Fernández y Francisco Carrégalo Martín, de ahí precisamente llega el nombre del mismo. Aunque la propietaria era Luisa, Francisco estaba la mayor parte del tiempo al frente del mismo en la época de la posguerra.

Ellos pasaron de su taberna, y tienda en el Barrio del Carmen, a la casa que compraron al lado de la Casa del Barón de Sabasona, lo que es hoy el Colegio Romero Robledo. Allí, en una pequeña puerta pusieron su tienda y su estanco. Entonces, se vendían muchas cosas, gel de afeitar, cuchillas, muchos objetos para los caballeros, los paquetes de tabaco de liar, letras de cambio, certificados oficiales de penales y rebeldes, pólizas, sellos, impresos para obtener el carné de conducir, alpiste… “Se vendían muchas cosas, asociadas a una tienda”, nos afirma su nieta, Encarnación Ríos. En aquella época además, “los estanqueros eran gente de buena reputación, gente que se les respetaba mucho al estar dependientes del estado”, afirma.

La clientela de entonces era distinta a la de ahora, era sobre todo gente mayor, porque había poco poder adquisitivo entonces, “ya después los tiempos cambiaron, los muchachos buscaban cuatro pesetas por cualquier lado y compraban los cigarros sueltos, que antes se permitía, ahora no”. Y además, apunta, “eran más hombres, aunque también había mujeres que fumaban a escondidas” y nos narra la anécdota de una familiar suya que cogía las colillas, se hacían un cigarro y se lo fumaban a escondidas; “a las mujeres que fumaban no se les miraba bien”.

El paso a su madre Encarnación Carrégalo

“Falleció mi tío y a los pocos días mi padre. Mi abuela entonces decidió que el estanco fuera para mi madre, que se había quedado viuda y tenía que tirar de seis hijos; y entonces lo heredó ella, eso fue en 1970, poco después, se puso al frente del mismo”, afirma Encarnación. Eran los inicios de los años 70 donde todo había ido cambiando. El Estanco ha estado presente en distintas épocas de Antequera, viviendo con ella su vida política y su adaptación con los tiempos.

“Ya todo era distinto, hasta la forma de comprar el tabaco que antiguamente venía en borricos que es cómo lo traían a los estancos. Entonces pudimos coger un carro, era Carmona el que venía con el carro y repartía el tabaco; ya luego después pues con nuestros coches íbamos a recogerlo; ahora ya nos lo traen y es todo informatizado”.

Su madre, no dudó y se puso al frente del negocio. Como nos señala, “ella siempre decía que había estado detrás de un mostrador desde que tenía 5 años encima de una tarima”, y así estuvo hasta que cumplió 87, que fue cuando lo dejó.

Fueron años de mucho trabajo, ella “todas las horas las echaba aquí cuando se quedó viuda, fueron tiempos difíciles, pero estuvo siempre al frente del mismo, en lugar de ponernos a trabajar, ella se puso al frente del negocio”.

En 1993, se cambió al nuevo establecimiento en la Plaza San Francisco, relevándole su hija, Encarnación Ríos Carrégalo. “He estado al frente del mismo 30 años, mi madre al cambiar de lugar, ya venía menos, pero ya había decidido que me quedara yo al frente de él”.

Nueva andadura con la juventud de Paz Fernández

La nueva generación ya está al frente del estanco recogiendo el testigo Paz Fernández Ríos, que desde el 31 de abril está al frente de un negocio que conoce desde pequeña, porque salía del colegio y se quedaba con su abuela y sus primas en el estanco.

“Es duro el trato con la gente, pero me gusta conocer gente, tenemos clientela fija, que se agradece, pero lo más duro es cuando nos despedimos de alguno”, confiesa. Ahora, tienen nuevos tiempos por delante, donde el servicio de paquetería es su última incorporación y tienen como objetivo tener la página web para la venta de lotería por internet. Aquí se muestra feliz por el premio que dieron de Lotería Nacional el pasado 22 de junio, un segundo premio de 6.000 euros al boleto del número 55.557.

Más información edición digital www.elsoldeantequera.com y de papel el sábado.
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