jueves 21 noviembre 2024
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La sociedad puede ayudar a prevenir y normalizar los problemas de Salud Mental

Suicidio. Una palabra, una acción, una respuesta a los problemas de la vida que se han solido dejar a un lado. Una situación extrema de la salud mental de las personas que, a lo largo de la vida, puede afectar a una de cada cuatro personas. Algo que se está sacando se esos temas prohibidos.

La prevención es la forma que tiene la sociedad para evitar que un problema de salud mental pueda desencadenar que una persona encuentre en el suicidio el fin a sus problemas. Una forma de muerte que es la primera causa de fallecimiento no natural. Algo que se toma como una enfermedad rara, extraña, donde hasta hace poco, no se permitía enterrar en los camposantos comunes.

Una forma de muerte que está aún señalada por procesos burocráticos del siglo XXI en el que la muerte puede no sólo perder una vida, sino también señalar con una “equis” sus derechos y obligaciones con los demás. Hay un movimiento que lucha por quitar la exclusión, por ejemplo, del pago de seguros de vida si la muerte es producida por un suicidio.

¿Y qué podemos hacer desde la sociedad? Mucho, aunque quizá lo desconozcamos. Desde estas páginas entrevistamos a un antequerano, Miguel Guerrero Díaz, psicólogo especialista en Salud Mental y prevención del suicidio en Málaga y Andalucía.

Un problema de salud y un intento de poner fin a la vida, que hasta hace poco se aconsejaba obviar supuestamente para evitar su ejemplo. Pero que hoy, tras muchas investigaciones y programas y tras la pandemia, se pide todo lo contrario: normalizarlos, aprender de ellos y prevenir a pie de calle.

“No hay salud sin salud mental”
– Pregunta: El suicidio. Hasta hace poco, los libros de estilo de los medios de comunicación pedían no hablar de él. ¿Qué ha cambiado?
– Respuesta: Así es. Durante mucho tiempo, ha habido un pacto institucional de silencio mediático, social, incluso político, que era evitar hablar del suicidio.

– P.: ¿Y qué ha cambiado?
– R.: La Organización Mundial de la Salud (OMS) edita una guía por la que dice que sí se debe de hablar porque tiene un efecto protector. El matiz está en hablar de una forma responsable.

– P: ¿Y qué podemos hacer desde los medios de comunicación y la sociedad?
– R.: Se pueden derribar mitos, creencias erróneas y prevenir el suicidio, facilitando a las personas a que pidan ayuda.

– P.: Por eso ahora se habla más.
– R.: Es una de las cosas positivas que ha tenido la pandemia. De los problemas de salud mental y del suicidio se está hablando más. Ahora lo que falta es hablar mejor.

– P.: La salud mental es…
– R.: No hay salud sin salud mental. Para tenerla necesitamos tres cosas básicas. Sentirnos queridos, sentirnos eficaces y sentirnos libres. Es como el oxígeno, sólo nos acordamos de ella cuando nos falta.

– P.: Hoy vamos a un gimnasio para estar en forma y nos preocupamos por estar físicamente bien. ¿Qué se debe de hacer para estar en forma en salud mental?
– R.: La base de la salud mental es la prevención. A los jóvenes hay que educarlos para que puedan alcanzarla a través de la salud de ocio, de actividades deportivas, de relacionarse con personas. En definitiva, además de cuidar su cuerpo, la promoción de la salud mental es muy rentable para la comunidad.

– P.: ¿Es un problema que no se perciba?
– R.: Le rodea un estigma, que son conductas sociales, de discriminación, de rechazo… lo que hace que las personas que tengan problemas de salud mental, intenten ocultarlo, no quieran pedir ayuda, no quieran revelar que están viviendo esta situación por miedo a esa discriminación.

– P.: ¿Por qué ocurre?
– R.: Porque no estamos educados en estos valores emocionales.

– P.: ¿Cómo afecta estar bien o mal en salud mental?
– R.: Existe un valor social muy determinante. No podemos pensar que está sólo bajo nuestro control. Podemos tener un estilo de vida saludable, pero dependemos de los determinantes sociales.

– P.: Que son…
– R.: Tener políticas de protección social, acceso a una vivienda digna, una estabilidad económica, un trabajo… Todo esto influye en la salud mental. Hacen que las personas piensen que si no son felices, es porque no quieren. Y esto es un error. Hay muchos prejuicios que no se exponen con la realidad.

– P.: ¿Estamos llamados a estar en compañía?
– R.: La soledad mata. El ser humano se construye socialmente. Nos desarrollamos gracias a nuestras figuras de apego.
“Estamos hoy en una sociedad más individualista”

– P.: Hoy tenemos una sociedad complicada desde que los niños nacen. ¿En qué afectan estos problemas sociales como la violencia, las separaciones, los abusos, el acoso, el colegio…?
– R.: La sociedad está cambiando. Los problemas de la salud mental han estado siempre. Estamos hoy en una sociedad más individualista, más competitiva, en la que no somos capaces de tolerar el dolor, antes se compartía socialmente. Nuestros padres y abuelos no acudían a un psicólogo. Por eso vivir situaciones de violencia tan temprano, como el acoso, ciberacoso, es un factor social de riesgo para la salud mental y para la conducta suicida.

– P.: ¿Cómo afectan las redes sociales y las nuevas tecnologías?
– R.: Yo no las demonizaría. Como todo, las herramientas dependen del uso. No son malas en sí mismas y aquí entra la educación a los jóvenes. Se les están dando tecnologías a una edad muy temprana sin educación ni supervisión.

– P.: Díganos más aspectos sobre las redes sociales.
– R.: Hay páginas proclives para el suicidio, desafíos a los jóvenes que los ponen en peligro, relacionarse con personas que se están autolesionando; y eso no es sano. Pero las redes sociales también generan amistades y actividades de ocio.

– P.: Hablemos de educación.
– R.: En las aulas se está viendo que deben participar directamente en la salud mental introduciendo la educación socio-emocional. Que es enseñar a nuestros jóvenes que ante los sufrimientos en la vida que son inevitables, puedan gestionarla.

“Es el momento de consultara un profesional”
– P.: ¿Cómo detecta un joven tener problemas en su salud mental?
– R.: Ellos no lo saben. Por eso una de las estrategias es alfabetizar a la población. Con ellas que se puedan reconocer las señales de alarma, las de riesgo, cuándo una persona tiene que pedir ayuda y que no se aíslen.

– P.: ¿Qué síntomas presenta una persona con problemas de salud mental?
– R.: Al igual que algo nos duele cuando es un dolor físico, también pasa cuando nos sentimos angustiados, dormimos mal, tenemos menos ganas de hacer cosas, no tener ganas de relacionarnos. Esto puede ser pasajero por alguna circunstancia concreta o no. Si pasa un tiempo en el que una persona está sufriendo, que hace sufrir a los demás, y que interfiera en la vida personal, es el momento de consultar a un profesional.

– P.: ¿Compartir lo que te pasa es fundamental?
– R.: Hay dos requisitos. Uno que toda la sociedad se implique y dos, que sean conscientes que la salud mental es algo comunitario, social, no es algo individual. A veces vemos que alguien lo pasa mal, pensamos que es algo privado y no debemos de meternos y eso es un error.

– P.: ¿Por qué no se dice?
– R.: Porque sienten que lo van a tratar diferente y la respuesta social es lo que lo frena a compartirlo.

– P.: ¿Hay otra parte que no depende del entorno?
– R.: Cuando hablamos de salud mental no sólo hablamos de ansiedad, depresión, insomnio, nerviosismo… está la enfermedad mental como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, el trastorno de personalidad… Pero hoy en día tenemos medicamentos eficaces, recursos sanitarios para poder ayudar a estas personas y a sus familias.

“La puerta de entrada para el sistema de salud mental es nuestro médico de familia”
– P.: ¿El médico de cabecera el lugar al que ir?
– R.: Básico. La puerta de entrada para el sistema de salud mental es nuestro médico de familia que cuando se la encuentra hace una derivación al sistema de salud mental.

– P.: ¿Quiénes forman esa unidad?
– R.: Facultativos psiquiatras, psicólogos clínicos y enfermería y trabajo social. Van a recibir tratamiento de un equipo multidisciplinar.

– P.: ¿Hay alguna en nuestro Hospital?
– R.: La hay en el Hospital Comarcal de Antequera que atiende inicialmente y cuando hay una situación de mayor gravedad, cuentan los con los recursos del Hospital Regional.

– P.: ¿Y cuánto tiempo se tarda en que te pueda ver un profesional?
– R.: Depende. Lo que no podemos permitir es que una persona que tenga un problema de salud mental y lo comunique, tarde de 40 a 70 o 90 días. En Andalucía hay una ley que establece que tienen que ser atendidos en menos de 60 días.

– P.: ¿Y si es urgente?
– R.: Se atiende de manera inmediata.

– P.: ¿Cómo está estructurada Andalucía para ello?
– R.: Hay un programa que se llama ‘Uno de cada cuatro’ va a desarrollar un problema de salud mental a lo largo de su vida. Es para normalizar que en nuestra vida, lo van a desarrollar una de cada cuatro personas.

Horno San Roque

¿Se es consciente en el suicidio?
– P.: El suicidio. ¿Es consciente una persona que va a quitarse la vida?
– R.: Por definición en el suicidio, la persona tiene que ser consciente que esa autolesión le va a llevar a hacer perder la vida, con esa intención y voluntariedad. Lo que pasa es que confundimos el acto de libertad como la entendemos, algo que es un error. Porque las personas que están viviendo ese estado de angustia, realmente no quieren morir. Yo no me he encontrado ninguna persona que abrace la muerte porque la quiera. Lo que quieren es dejar de sufrir.

– P.: ¿Quieren vivir?
– R.: Cuando mejoran todas esa circunstancias, quieren vivir. Dejar esa situación que están viviendo con un dolor insoportable, con una desesperanza muy alta, desconectando con el sentido de la vida. Cuando mejoran todas estas situaciones que les hacen sufrir, quieren vivir. Y esto hay que tenerlo en cuenta porque el suicidio no va de la muerte, va del sufrimiento y del dolor.

– P.: En nuestra comarca, hay un alto índice según un reciente estudio.
– R.: Las cifras recogen que en nuestra comarca hay una especial sensibilidad, una vulnerabilidad en una población con factores de riesgo. Pero lo interesante es la prevención dirigida tanto a la población vulnerable como a toda la sociedad.

– P.: ¿Qué pueden hacer las personas afectadas que estén en esos grupos?
– R.: Que sepan que no están solos. Que lo cuenten, aunque no sea a un profesional, sino a una persona con la que tengan confianza. Siempre va a haber una persona que quiera escucharle. Y esa comunicación abre una vía para añadir más recursos para ayudar a esa persona.

– P.: ¿Y los profesores, pueden ayudar desde las clases?
– R.: Tienen un nuevo reto: formarse, capacitarse, habilitarse con herramientas para salud mental. Es cierto que los profesores se están viendo desbordados, pero la salud mental es una nueva realidad en las aulas y tienen que conocerla.

– P.: ¿Y las leyes y normativas, las respaldan?
– R.: Hay un movimiento de asociaciones que ayudan socialmente. Hay teléfonos de ayuda en crisis, la línea 024, el teléfono de la esperanza, donde al otro lado del teléfono va a haber alguien que le escuche y le va a ayudar en ese momento de angustia.

– P.: ¿Cuando alguien se autolesiona, sabe dónde está el límite para no quitarse la vida?
– R.: Son dos fenómenos diferentes. La autolesión es cuando alguien se hace daño en el cuerpo, pero no tiene la finalidad de quitarse la vida, lo hace para regular las emociones y las dificultades. Y por otro lado, cuando la persona sí que quiere llevar una finalidad suicida. Afortunadamente, el 90 por ciento de las autolesiones no buscan quitarse la vida, pero nos preocupan porque son un factor de riesgo.

– P.: ¿Qué le podemos decir a esa persona que ahora mismo necesita ayuda?
– R.: Que sea consciente que hay que normalizar los problemas de salud mental. Que no se es más débil ni peor persona. Al reconocer esta vulnerabilidad, nos humaniza más.

– P.: ¿Cómo se le puede ayudar?
– R.: El entorno social debe concienciarse de que todos podemos ayudar a las personas, no podemos dejar todo al sistema sanitario.

– P.: Si llega el momento, ¿cómo tenemos que comunicar que una persona se ha suicidado?
– R.: El lenguaje tiene que ser muy respetuoso, pero no podemos andarnos con ambigüedades. Además, es una forma que debemos seguir es llamarlo por su nombre, sin rodeos. No hablaría de suicidas, que es una palabra que estigmatiza. Sería algo así como un joven ha fallecido por suicidio.

– P.: ¿Cómo está en las estadísticas de mortandad?
– R.: Es la primera causa de muerte no natural en nuestro país.

La pandemia y la Salud Mental
– P.: ¿La pandemia ha normalizado hablar de la salud mental?
– R.: La pandemia ha sido un factor de riesgo macro. Ha puesto de relieve muchas de las dificultades que veníamos viviendo de antes. Esto no había pasado recientemente, habría que remontarse a la crisis financiera de los años 2013-2014 donde hubo muchos problemas de salud mental que quedaron invisibilizados. Positivamente, la salud mental ha sido beneficiada cuando justamente se ha amenazado todos los factores de protección.

– P.: ¿Volvería a confinar en caso de otra pandemia?
– R.: La salud pública es una de las disciplinas que más reforzadas han salido de la pandemia. Creo que hay que compaginar la cuestión política con la situación científica. Y que los expertos que saben de salud pública, puedan medir las circunstancias. Creo que uno de los grandes errores fue no tener en cuenta las consecuencias de la salud mental en determinadas poblaciones y estamos pagándolo ahora.

– P.: A pesar de todo, ¿buenas perspectivas para el futuro?
– R.: Por supuesto. No vamos a volver atrás. Podemos avanzar más o menos, algo que dependerá de la inversión de los recursos, pero creo que ha habido un cambio y cada vez vamos a ir normalizándola, se van a destinar más recursos y todo va a beneficiar a la comunidad.

– P.: Terminamos con alusión a la Peña de los Enamorados. Dos jóvenes que se quitan la vida.
– R.: El suicidio ha existido siempre y su imagen se ha ido modificando en su evolución social y cultural. Esta leyenda es otro mito en romantizar el suicidio. Es un drama de dos personas jóvenes que pierden la vida por amor por unas barreras culturales, pero estas leyendas no están para que se perpetuen, sino que están para desafiarlas. Antequera debe sumarse a la prevención del suicidio.

– P.: ¿Qué más se puede hacer?
– R.: Divulgar factores positivos que contrarresten estos mitos, va a ser un beneficio

– P.: Termine con un mensaje para la esperanza.
– R.: El suicidio es un problema que es social, que nos atañe a todos, es un problema de salud pública, pero que tiene prevención que podemos evitarlo y prevenirlo. Hay que poner todos los esfuerzos posibles por parte de la comunidad, de las instituciones públicas, de la sanidad, de la comunidad educativa, de los medios de comunicación y unirnos todos para prevenir el suicidio.

Miguel Guerrero Díaz,
un estudiante de La Salle
que hoy es referente en
la investigación psicológica

Tiene 41 años. Miguel Guerrero Díaz nació el 31 de enero de 1982 en Antequera, en la calle Obispo. Hijo de Miguel Guerrero García y Natividad Díaz Berrocal. Estudió, primero en el San Francisco Javier-La Salle y luego en La Salle-Virlecha, donde con el profesor Andrés Calvo comenzó a interesarse por la Psicología.

Dejó su tierra para empezar a estudiar en Málaga Psicología, obteniendo el título de Especialista en Psicología Clínica, otorgado por el Ministerio de Sanidad y Consumo en 2007. Psicólogo Interno Residente en el Hospital Carlos de Haya desde 2007 a 2010. Y concluye su formación inicial con un Máster en Conducta Suicida por la Universidad Pablo Olavide de Sevilla.

Actualmente es el coordinador de la unidad de Salud Mental Comunitaria de Marbella y responsable de la Unidad de prevención del Suicidio tanto en el Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga como en el Hospital Universitario Costa del Sol de Marbella.
Casado con la antequerana Esther Hurtado Siles, médico de Urgencias en el Hospital Quirón Salud de Marbella. Tienen dos hijas: Martina y Jimena de 7 y 3 años.

Tras sus estudios iniciales y trabajos, no para de seguir formándose y sumando responsabilidades en el campo de la Salud Mental. Así, es responsable de la Unidad de Prevención e intervención intensiva en conducta suicida UPII Cicerón del Hospital Costa del Sol de Marbella, desde 2017. Facultativo acreditado por la Agencia de Calidad de Salud en Andalucía con nivel avanzado en mayo de 2016.

Miembro del Grupo Coordinador General del Programa de Prevención de la conducta suicida en Andalucía 2023-2026. Referente de la UGC Salud Mental del HUVV en materia de prevención de suicidio, desde 2019.
Coordinador técnico del Plan de Acción para la mejora de la atención al paciente en riesgo de suicidio en el SSPA, 2021. Coordinador responsable del Grupo de Expertos en Suicidio Provincial de Málaga. Referente responsable del Programa de Enlace de Salud Mental del Hospital Costa del Sol desde 2011.

Integrante del Grupo para el Programa Integral Operativo del HUVV para el proceso de Ansiedad-Depresión-Somatizaciones. Coordinador del Grupo Elaborador del Procedimiento de Prevención y Abordaje de la Conducta Suicida del Hospital Costa del Sol. Docente referente del Distrito de Atención Primaria de la Costa del Sol y de la Agencia Sanitaria del Hospital Costa del Sol con más de 600 horas docentes acreditadas.

Actual docente de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP Granada). Co-Coordinador en la elaboración de la “Guía para Profesionales para el Afrontamiento en el Duelo” elaborado por la EASP y editado por el SAS. Socio de Papageno (Asociación de Profesionales para la Prevención Posvención del suicidio).

Profesor de Máster en Emergencias y Urgencias de la Universidad Internacional de Madrid en 2023. Integrante de la Escuela de Pacientes de la EASP en materia de suicidio y su prevención. Asesor externo del grupo de trabajo para el diseño del Plan Nacional de Prevención del suicidio en México D.C. Y así podríamos seguir enumerando la amplia experiencia de este joven psicólogo.

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