La Cofradía de “Arriba” procesionó el Viernes Santo en Antequera, tras la de «Abajo» y antes de la de La Soledad, en un día donde relucieron más que nunca los tronos de la Cruz de Jerusalén y del Nazareno por el redorado que ha desarrollado Cristina González de Artekira. Y también por la Virgen del Socorro, que reestrenaba corona, pero que protagonizó la escena impactante de llegar al Arco de los Gigantes, tras caer unas gotas de lluvia, y abrirse el cielo y salir… el sol por Antequera.
Se temía por la leve previsión de lluvia, y más tras la decisión precipitada del año pasado de no salir. Se quería, se ansiaba y se consiguió procesionar. El barrio, los devotos de aquí y de allí, que llenan el Portichuelo. Tras el Desfile de la Armadilla, padres y abuelos que presumen de sus hijos y nietos, privilegiados de ser campanilleros de lujo del Socorro.
Oración del párroco y consiliario Tomás Pérez, quien pidió que disfrutaran ante la buena tarde que se presentaba para llevar a las imágenes por las calles de Antequera. Un año, donde Cristina González Carbonero de Artekira estrenó la restauración, recuperación y mejora del trono de la Santa Cruz de Jerusalén que no pudo disfrutarse el pasado año y la primera fase del trono del Nazareno, que se prevé ver acabada para la procesión extraordinaria de octubre del presente.
A última hora, también estrenó corona la Virgen. Se recupera la que se encargó en 1781 al platero Diego Ruiz González, de plata dorada de mayores dimensiones a las que eran habituales hasta entonces. Una corona de camarín que sustituyó a la desaparecida de oro macizo en los sucesos de los años 30 y la llevó hasta que en 1953, Manuel Seco Velasco realizara la popularmente conocida como la “sevillana”.
El artista sevillano José Luis Jiménez se ha encargado de hacer una copia de la canasta para los rayos de la corona de Coronación que diseñó Pepe Romero y utilizar la base con la que se coronó en 1988, con la parte de la antigua corona que se tenía guardado y se han vuelto a unir. Una corona más para la Virgen del Portichuelo.
La procesión de la Socorrilla
Se abrieron las puertas y salió el cortejo formado, la presidencia permaneció frente a la puerta, con los dos guiones y representantes de los Regulares de Melilla. Primero salió el trono del Nazareno, estrenándose como hermano mayor de insignia, Lorenzo Corado Pérez. Tras él, la Cruz de Jerusalén que fueron formando el cortejo en la plaza del Portichuelo.
Y a las 19,14 horas, salía el palio de la Virgen del Socorro. Silencio en la plaza, incredulidad, emoción, sentimientos, recuerdos… la Virgen va a salir. También iniciaba su periplo como hermano mayor de insignia, Javier Moreno Carrión, que dio destellos de empezar una era al frente de la Virgen.
Firme, sereno, elegante, correcto, dio las indicaciones oportunas y dedicó el «arriba» a los seguidores de María, la Madre, la Socorrilla, tanto los del Cielo como los del a tierra. Y se levantó despacio, lentamente y al llegar a sus hombros, comienza Otura a arrimar el hombro con «Madre del Cielo». Tan ensimismada estaba la plaza, tan atentos a cómo se hacía hueco en la multitud, que no se atrevieron a rezar públicamente a la Virgen con la marcha, lo hicieron por dentro. Años hay por delante. Mientras, Otura puso el sentimiento con la marcha…
La Escuadra de Gastadores, Banderines, Guiones, Banda de Guerra (Nuba) y Piquete de honores del Grupo de Regulares número 52 de Melilla abría el cortejo que se hacía sitio por la estrecha calle Herradores. Si en calles de procesiones, a veces es raro ver los balcones llenos de gente, en esta calle es todo lo contrario, lo complicado es ver a uno que no esté lleno.
Y llega el Arco de los Gigantes. Y al pasar el Nazareno, las nubes bajas dejan percibir unas pequeñas gotas de agua. Nadie se atrevía a preguntar. Era el riesgo que había… pero, entre la duda, la Virgen del Socorro que llega al Arco de los Gigantes, las nubes dejan de tapar el sol y éste que no se quiere perder a la Virgen, que mece despacio, lentamente, primero para asomarse y bendecir a los enfermos del Hospital y luego a toda la ciudad.
Y entre mecida y marcha, el juego de luces del atardecer que hacen relucir más aún el palio y el rostro de la Virgen del Socorro. Las aceras no saben cómo reaccionar y la familia de la Virgen que encamina Rastro. Moreno Carrión priorizó ir a la carrerilla, salvo momentos puntuales.
Tras Rastro, Caldereros, Zapateros y al fondo, una imponente plaza de San Sebastián donde no cabía nadie más. La Banda de Cornetas y Tambores “Dolores Coronada” de Álora puso melodía a las mecidas del Nazareno y la Banda de Música “Villa de Otura” a la Virgen. Aunque más que banda, son los devotos de Otura tras los pasos de la Socorrilla.
Entrada en calle Infante don Fernando y bajada por Lucena. ¡Qué calle! Tendría que ser la calle del recorrido oficial, entre el monumento a la Semana Santa y la soñada sede de Madre de Dios. Lo bien que le vendría a las cofradías alejadas del centro y a las que quieren intimar en sus barrios.
Ya por Cantareros y San Luis, primero la Cruz de Jerusalén, luego el Nazareno y cerraba la Virgen del Socorro Coronada. Por cierto, la imagen mariana con más devotos que le alumbran en una procesión en Antequera. Y de nuevo insistimos en la reforma del Nazareno, que ha ganado en altura y reorganizado las tres imágenes. Un trono de misterio de estilo antequerano.
Saludo en los Remedios, paso por Tribuna y llegada a Plaza de San Sebastián, allí aguardaba la Virgen de la Paz. Los dos primeros tronos se colocaron mirando a Zapateros y la Virgen del Socorro que se «encuentra» en esta plaza, diez años después con la de la Paz (dedicaremos una noticia propia para este momento).
Y los tres tronos que suben las «vegas» y en la citarilla, la «despedida» de los tres con la Virgen de la Paz, cuyo detalle adelantamos en este vídeo y ampliaremos en la citada noticia.
Y el barrio y los ángeles que custodian todo el año a la Virgen del Socorro, que esperan ansiosos en su templo, sabiendo que ha dado su bendición. Fue una gran procesión, manteniendo la tradición de siglos atrás, buscando mejorar en todo lo posible y percibiéndose una relevo generacional en las primeras filas y en las últimas.
Nos quedamos con el «arriba» del nuevo hermano mayor de la Virgen y en el gesto de dos antiguos hermanos mayores, que estuvieron a su lado en el arranque y fueron los primeros en felicitarle. Y volviendo a lo de las familias y las cofradías, ¡lo que habrá disfrutado Javier Moreno de haber iniciado su camino con su hijo como campanillero de lujo! La devoción de generación en generación y dar continuidad con los niños. Sin niños, no hay futuro ni en la sociedad ni en las cofradías.